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De repente, ella esperaba con ansias el futuro, cuando nacieran los niños. ¡Ella pensaba que él sería el mejor padre de todos!
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Durante los siguientes días, Ling Yiran necesitaba una inyección de progesterona en el vientre cada día. Sin embargo, en lugar de ir al hospital todos los días, Yi Jinli contrató a una enfermera para que fuera a la residencia a ponerle las inyecciones, haciéndolo mucho más conveniente para ella.
A medida que aumentaba el número de veces, el dolor que venía de estas inyecciones de progesterona también aumentaba gradualmente. Incluso el área de su vientre, donde a menudo era inyectada, estaba un poco magullada. Se veia bastante mal.
Por la noche, Yi Jinli miró con el corazón roto el vientre de Ling Yiran, al que ya le habían insertado muchas agujas. "¿Por qué no le pregunto al doctor si hay algo más que puedas hacer en lugar de ponerte inyecciones?".
Ling Yiran dijo: "No. El doctor nos habría dicho si hubiera una mejor manera. Además, puede dar un poco de miedo, lo sé, pero te prometo que no es tan malo. Hay muchas mujeres embarazadas que reciben más inyecciones que yo, especialmente aquellas con embarazos de fertilización in vitro. Algunas comienzan a recibir inyecciones desde antes del embarazo y continúan con ellas hasta que nace el bebé".
Él se quedó en silencio. Su vientre ya estaba bastante lastimado cuando solo había estado recibiendo inyecciones durante más de una semana. Sentiría una constante punzada en el corazón si ella tuviera que ponerse inyecciones hasta que nacieran los bebés.
"No te preocupes, realmente no duele mucho". Ling Yiran consoló a Yi Jinli con una fingida despreocupación.
Él bajó la cabeza y besó las marcas de agujas en su vientre. ¡Cada marca de aguja era un sacrificio que ella había hecho por los niños!
"Ojalá pudiera compartir algunas de estas cargas…", dijo él en un murmullo.
"Me acompañas cada vez que voy a los controles de maternidad y las clases. Ya estás compartiendo la carga conmigo, Jin", dijo Ling Yiran.
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