Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 1607

"Sí", respondió Gao Congming.

Ling Yiran se encontraba en la sala de un hospital cuando se despertó y Yi Jinli estaba a su lado. "¿Por qué estoy aquí?".

"Te desmayaste. Te traje al hospital para que un doctor te revisara, solo por si acaso. Afortunadamente, no pasó nada grave", dijo Yi Jinli.

El recuerdo de lo que había sucedido apareció en la cabeza de Ling Yiran. Al instante, se quedó helada y, con un grito, comenzó a sollozar.

"Jin, ¿qué vamos a hacer? El niño está muerto... Ha muerto...". Entonces, ella lo abrazó, sollozando casi sin aliento.

Yi Jinli envolvió en sus brazos a Ling Yiran y sentía como su cuerpo se contraía con fuerza junto con cada sollozo. "Lo que dijo el Secretario Wang puede que no sea cierto. Si el niño realmente ha muerto, ¿por qué no nos dijo dónde estaba enterrado? ¿Por qué preferiría ser detenido por la policía en lugar de decirnos donde fue enterrado?”.

Eso era lo que no lo dejaba tranquilo. Tenía el presentimiento de que el niño todavía estaba vivo.

Sin embargo, si el niño todavía estaba vivo, ¿qué diablos tenía en mente el Secretario Wang al no decirles donde estaba?

"¿No… es verdad?", murmuró Ling Yiran cuando finalmente dejó de llorar.

"No puede ser verdad. Continuaré investigando el paradero del niño", dijo Yi Jinli mientras levantaba la mano para secar suavemente las lágrimas de Ling Yiran. "Me dijiste que no llorara, pero ahora eres tú quien está llorando".

Ling Yiran solo podía sentirse débil gracias a los altibajos emocionales de esa tarde. Parecía que había drenado toda su fuerza.

"Jin, ¿sigue vivo nuestro hijo?".

"Sí".

"De acuerdo", respondió Yi Jinli. Encontraría a su hijo, y a la misma vez, nunca más lo dejaría desaparecer de su vista.

Cuando Yi Jinli y Ling Yiran regresaron a la Residencia Yi por la noche, los dos niños aún estaban despiertos. Los habían estado esperando.

Especialmente Yi Qianjin, quien seguía corriendo hacia la puerta de la residencia de vez en cuando sin importar cuánto tratara de persuadirla el Tío Kwan.

Los dos pequeños no se irían a dormir hasta que sus padres regresaran.

Al observar los rostros somnolientos de los dos niños, los ojos de Ling Yiran no pudieron evitar enrojecerse nuevamente. ¡Qué felices serían si su otro hijo también estuviera aquí!

Por alguna razón, la imagen del niño llamado Ci en el parque de diversiones durante el día, surgió en su mente.