He Zixin insistió en darle el dinero a Ling Yiran nuevamente, así que Ling Yiran lo aceptó finalmente. "Está bien, aceptaré el dinero. Puedes pagarme el resto cuando hayas ahorrado lo suficiente. Los llevaremos a casa ahora".
Qin Lianyi llevó a Ling Yiran y a los dos niños a la casa de la familia He.
Cuando llegaron, las dos adultas llevaron a los dos niños a la puerta de la casa de la familia He. Su madrastra, Zheng Yahui, abrió la puerta. Cuando vio a los dos niños, inmediatamente le gritó a He Zixin: "¿A dónde diablos te fuiste, niña? ¡Si no quieres quedarte en esta casa, entonces vete lo antes posible con este mocoso!".
"Dejé una nota. ¡Llevé a Pequeño Ci al hospital!", dijo He Zixin con una cara seria.
"¿Nota? Eh, ¿qué hospital? ¡De seguro se fueron a algún lugar a jugar! ¿Acaso rompiste algo y necesitas pagar una compensación? Ya te lo he dicho, todo el dinero en esta casa es mío y de tu papá. ¡Nada de esto le pertenece a tu madre muerta!". Zheng Yahui regañó a He Zixin, pensando que Ling Yiran y Qin Lianyi estaban aquí para pedir una compensación después de que los niños le causaran algún problema.
"¡No hables así de mi mamá!". He Zixin instantáneamente miró a Zheng Yahui como un cachorro de león enfurecido.
"¿Y qué si hablo de tu mamá? ¡Todavía dependes de tu papá y de mí! Te lo advierto, será mejor que te comportes...".
Qin Lianyi no pudo evitar interrumpir y decir: "¿Cómo puedes decir esas cosas? Eres su madrastra. Incluso si estos dos niños no son tuyos, sigues siendo su madre. ¿Cómo puedes regañarlos así? Sin mencionar la forma en la que golpeaste al niño. ¿Sabes cuántos moretones tiene el Pequeño Ci en su cuerpo?”.
Zheng Yahui espetó. "Como dijiste, soy su madre. Cómo educo a mis hijos es asunto mío. ¿Qué tiene que ver contigo?".
"Cómo te atreves...". La cara de Qin Lianyi se enrojeció de ira.
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