Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 1730

Él la miró con condescendencia. "¡Qin Lianyi, no puedo fingir que no pasó nada! Te abalanzaste sobre mí anoche. ¿Estás tratando de huir sin asumir ninguna responsabilidad de nuevo?".

Su rostro se puso rojo al instante.

Ella sabía que la frase “otra vez” se refería a la vez que tuvo una noche apasionada de borrachera con él, y se fue al día siguiente.

Sin embargo, más tarde se juntó con él, cuando Bai Tingxin la encontró tres años después. Ahora... ella no era la misma persona que solía ser, y él... ¡tampoco era la misma persona de antes!

...

Qin Lianyi no supo cómo logró salir de la mansión de Bai Tingxin. Se topó con un taxi y volvió a la oficina de diseño.

Trabajó como siempre.

Sin embargo, diferentes pensamientos nublaban su mente.

Una colega exclamó: "¿Eh? Lianyi, este atuendo que llevas puesto es de la última colección de X. Dios, vi esa pieza de ropa en una revista, ¡y vale más de 300,000 dólares!".

La exclamación de la colega llamó inmediatamente la atención de los demás, especialmente de algunas colegas que estaban evaluando la ropa de Qin Lianyi.

Qin Lianyi tenía miedo de decir que el suéter que llevaba debajo de hecho costaba más que eso.

"¿Una pieza que cuesta 300,000 dólares? ¡Vaya, no me extraña haber pensado que Lianyi estaba bien vestida hoy!".

"Las marcas de lujo son simplemente diferentes. Sus diseños son asombrosos".

"Lianyi, ¿cómo conseguiste el dinero para comprar esa ropa?". Algunos colegas también tenían curiosidad de esto.

Bai Tingxin estaba sentado en su escritorio, en la oficina del presidente del Grupo Bai Feng. Paseó sus dedos sobre la foto de una persona a la que se veía sonriendo.

Bai Tingxin murmuró: "Lianyi... Dime, ¿acaso vale la pena lo que voy a hacer?".

Sonó el teléfono de la oficina y se escuchó la voz de la secretaria: "Presidente, la Señorita Gao quiere verlo".

"Está bien, déjala entrar", dijo Bai Tingxin con indiferencia. No había rastro de sorpresa en su tono, como si hubiera estado esperando a Gao Manlin.

Gao Manlin entró en la oficina del presidente y vio a Bai Tingxin sentado cómodamente en su silla. Parecía tan compuesto y elegante, como si todo ya estuviera bajo su control.

'¿Cómo pude haber pensado que él sería tan fácil de manejar?'. Gao Manlin una vez más se lamentó por ser tan ingenua.