Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 1742

El Doctor Joseph inmediatamente recobró el sentido y sacó una jeringa que había preparado de antemano.

Yi Jinli golpeó a Ling Yiran en la espalda con las manos casi instintivamente, tratando de liberarse de su fuerte abrazo.

Dando golpe tras golpe, el hombre parecía querer romper cada uno de sus huesos.

Sin embargo... ella no podía soltarlo. Si lo hacía, correría aún más peligro. Cuanto más tiempo tardaran en calmarlo, más peligro correría.

"Joven Señora... déjeme sostener al Joven Señor Yi", dijo Gao Congming después de ver los golpes del Joven Señor Yi caer sobre Ling Yiran. Incluso siendo hombre, Gao Congming podía sentir que su cuerpo se estremecía de dolor.

"No... Ayuda... Ayúdame a sujetar a Jin para que el Doctor Joseph pueda sedarlo. Estoy... estoy bien...", dijo Ling Yiran con voz ronca, pero su rostro se estaba poniendo más pálido.

¡Bam!

Cuando otro puñetazo la golpeó con fuerza, sintió un sabor metálico en la boca. Al segundo siguiente, una bocanada de sangre brotó de entre sus labios.

"¡Joven Señora!". Gao Congming se sobresaltó.

"Jin... No te asustes, estoy contigo. El doctor te sedará en un momento para que ya no sientas tanto dolor...", balbuceó Ling Yiran. No le importaba cuánto dolor sentía, ¡lo único que le importaba era cuántas heridas tenía él!

La visión de Ling Yiran comenzó a nublarse un poco, e incluso estaba perdiendo el conocimiento.

Sin embargo... todavía no podía dejarlo ir. Quería esperar a que su dolor desapareciera y que él se calmara.

¡Ling Yiran lo miró aturdida, tratando de observar al hombre que estaba sosteniendo!

Sus ojos todavía estaban cerrados y todavía estaba sufriendo de un dolor de cabeza. Sus dientes mordían con fuerza su labio inferior, y la sangre brotaba violentamente de las cortadas.

'¿De quién es esa voz? ¿Y quién dice que se quedarán conmigo hasta el final de los tiempos… ?'.

La voz parecía estar sacándolo de su agonía, haciendo que el dolor se desvaneciera...

Los movimientos violentos de Yi Jinli se detuvieron lentamente y sus ojos, que habían estado cerrados todo el tiempo, se abrieron lentamente.

Cuando vio el rostro pálido frente a él, se congeló, como si ya no existiera nada a su alrededor y ella fuera la única persona en todo el mundo.

Ella estaba tratando de recuperar el aliento, y había un hilo de sangre roja goteando de las comisuras de sus labios mientras decía: "Jin, no tengas miedo...".

'¿Que no tenga miedo? Pero, ¿no se da cuenta que el estado en el que se encuentra ahora realmente me asusta?’.