Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 2215

Al mismo tiempo, ella también se dio una advertencia a sí misma, diciéndose que no se enamorara de él. Ella no debía enamorarse de él y cometer el mismo error.

¡Una vez que se dejara enamorar, tal vez estaría condenada!

...

En la noche del día siguiente, Yan Qiongying condujo para encontrarse con Zhuo Qianyun.

"Qianyun, acordamos tener una comida sencilla juntas la última vez. Hay un nuevo restaurante que es realmente agradable. ¿Por qué no vamos a probarlo? Incluso conduje hasta acá para recogerte. No me dirás que no, ¿verdad?”, dijo Yan Qiongying.

Zhuo Qianyun dudó un poco antes de sonreír. "Vamos a cenar juntas. Solo dame un segundo". Después de decir esto, Zhuo Qianyun les dijo a su madre e hijo a dónde iba antes de recoger su bolso y salir de la tienda. Siguió a Yan Qiongying a su coche.

Yan Qiongying la llevó a un restaurante de hot pot de alta gama, que se había vuelto bastante popular en línea recientemente. Se decía que estaba dirigido a la clase alta.

Zhuo Qianyun vio los elaborados muebles y supo que la comida aquí sería cara.

Mientras ordenaban, de repente sonó una voz. "Oye, Ying Ying. ¡Qué coincidencia! El Viejo Wu también está aquí. ¿Quieres saludarlo?".

Zhuo Qianyun levantó la mirada. Quien habló fue un hombre de mediana edad de unos 40 años. Puede que estuviera hablando con Yan Qiongying, pero la estaba evaluando a ella. Además, había algo incómodo en la mirada inquisitiva que parecía mostrar sus motivos ocultos.

Las dos llegaron a la sala privada. Zhuo Qianyun vio a cuatro hombres adentro, pero había siete tazones y siete pares de palillos en la mesa. Tres juegos eran nuevos y acababan de colocarse sobre la mesa.

Si dos le pertenecían a ella y a Yan Qiongying, ¿a quién le pertenecía el otro conjunto?

Zhuo Qianyun de alguna manera tuvo un mal presentimiento, especialmente cuando la forma en que los cuatro hombres en la sala la miraban la hacía sentir como un pez en un anzuelo.

Tenía miedo de que el encuentro casual aquí no fuera una coincidencia sino... ¡intencional!