Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 486

Ling Yiran sintió que su rostro se calentaba cuando pensó en lo que sucedió anoche.

Aunque estaba despierta en ese momento, continuó manteniendo los ojos cerrados. Tenía miedo de ver a Yi Jinli cuando abriera los ojos y sentirse extremadamente incómoda.

Además, ¿qué debería decirle primero para evitar la incomodidad?

Ling Yiran comenzó a reflexionar sobre estas preguntas.

Sin embargo, antes de que pudiera idear un plan, se escuchó una voz. "¿Estás despierta? Si es así, no es necesario que mantengas los ojos cerrados. O quizás, ¿tienes miedo de verme?”.

El cuerpo de Ling Yiran se estremeció cuando abrió abruptamente los ojos. Lo primero que vio fue una cara extraordinariamente hermosa... ¡la cara de Yi Jinli!

En ese momento, su mano estaba apoyada en el costado de la cama. Su cintura estaba inclinada hacia adelante, y su rostro estaba a solo unos centímetros del de ella mientras su cálido aliento sopló sobre su piel.

Con esa distancia, ella incluso podía contar la cantidad de pestañas que él tenía.

Esas pestañas largas y negras que complementaban sus ojos eran objeto de envidia para las mujeres... Sus ojos se encontraron con su mirada, y no pudo evitar pensar en lo que pasó anoche. Cómo sus ojos estaban llenos de seducción que la llamaban, llenos del deseo de querer tenerla entera...

"¿En qué estás pensando?", su voz sonó abruptamente.

La cara de Ling Yiran se puso roja cuando inmediatamente dijo: "No... Nada...".

Sin embargo, él se acercó un poco más a ella y sus dedos acariciaron suavemente la comisura de sus labios. "¿Estás pensando en lo que pasó anoche?".

¡Bum!

Sintió que toda la sangre le subía a la cara. Se calentó tanto que sintió que se iba a quemar.

Yi Jinli no estaba dispuesto a darse por vencido todavía. "¿Te divertiste anoche?".

'¿Eh? ¿Dejarlo hacer? ¿Hacer qué?'.

Ling Yiran se sorprendió y luego se dio cuenta de que quería decir que la ayudaría a vestirse.

"Está... Está bien. ¡Puedo arreglármelas por mi cuenta!". Ella rápidamente se negó, pero su cuerpo no cooperó. Antes de que pudiera arrebatarle la ropa, le dolían los brazos una vez más y tarareaba de dolor.

Él sonrió mientras la miraba, encontrando su apariencia actual de vergüenza y angustia tan linda que sabía que nunca se aburriría de ella.

"No necesitas sentir vergüenza por nada frente a mí. Así como puedes ver mi cuerpo cuando quieras. ¿Quieres echar un vistazo ahora?”.

"...". ‘¡Se da cuenta de la enorme tentación que son sus palabras!’.

Cuando terminó de ayudarla a vestirse, su rostro estaba indescriptiblemente rojo.