Al instante, Yan Wan se tensó. Aunque era la prometida de Huo Lichen, la mayor parte del personal no lo sabía, de esa manera, cuando cancelaran su compromiso un mes después, no habría cotilleos en la empresa. Sin embargo, estaban demasiado cerca uno del otro en medio de la noche y esa era una escena que no podían permitir que los guardias vieran.
—Gracias por su ayuda, señor Huo. Uno de estos días comemos algo y yo lo invito. —Yan Wan le entregó la chaqueta en las manos y salió corriendo como una velocista olímpica del vestíbulo sin mirar atrás.
Huo Lichen se quedó parado con la chaqueta en la mano y una expresión sombría. Un sinfín de personas intentaban conocerlo por cualquier método posible, «pero ¿por qué aquella mujer era tan diferente a todos esas?»
En el Sena Internacional, un auto se acercaba a la entrada. En cuanto se detuvo, Wei Qi se apresuró a abrir la puerta y esperó a una distancia respetable, podía ver que su jefe estaba de muy mal humor ese día y no hizo nada fuera de lugar. Sin embargo, algunas personas no tenían tanto tacto. Qin Chu llevaba una bata de baño y un par de pantuflas, como si estuviera en su propia casa, abrió la puerta principal de la villa y se acercó al auto.
—¿Dónde está mi cuñadita? —preguntó, desconcertado—. ¿No está enferma? ¿Por qué no está contigo? —Huo Lichen lo había llamado de la nada para pedirle que esperara en la villa, por lo que podía imaginar que Yan Wan no se encontraba bien.
Las posibilidades de que el mismo Lichen se enfermara eran muy bajas, tenía un sistema inmunológico fuerte y rara vez visitaba al médico. Sin embargo, su estado de ánimo empeoró al oír las preguntas, por lo que ignoró a Qin Chu y entró derecho en la casa.
—Joven amo Qin, hoy no tiene que atender a nadie. Ya puede regresar —Wei Qi le recordó a Qin Chu por lo bajo.
—¿Acaso Yan Wan se ha recuperado tan pronto? Es imposible. —A Qin Chu se le ocurrió algo de repente y cuando vio la silueta tensa de Huo Lichen, se rio; lo alcanzó e insistió—: Lichen, ¿tú y Yan Wan tuvieron una pelea?
«¿Pelea? Esa mujer fue más rápida que una liebre y se mantuvo a distancia de mí. Ni aunque hubiese querido, hubiera tenido la posibilidad de discutir con ella». Qin Chu confirmó sus especulaciones al ver la expresión de Huo Lichen. En los últimos años, Huo Lichen había madurado muy rápido. Tenía todo a su alcance, y resolvía cualquier problema importante con el semblante calmo. Básicamente, nunca antes lo había visto enfadado. Por lo tanto, era todo un espectáculo verlo así, por lo que no dejó pasar la oportunidad de añadir sal a la herida.
—Lichen, no has estado con una mujer en años. ¿No sabes cómo cortejar a una chica? Me di cuenta de que, por la mañana, mi cuñadita fue cortés contigo, pero a la vez muy distante. Parece que no le gustas.
El brillo en los ojos de Huo Lichen se apagó. Nunca había pensado en la palabra «gustar». Yan Wan era la mujer que estaba con él esa noche, y ahora que la había encontrado, y ya que era su prometida, debía pertenecerle. En cuanto a la opinión de ella...
—¡Ah! ¿Cómo puede una chica enamorarse de un hombre tan aburrido como tú que no sabe nada de romance? A este paso, esta falsa prometida solo quedará como eso, una apariencia. Sin embargo, tienes la suerte de ser amigo mío, así que, si alguna vez lo necesitas, puedo enseñarte mis trescientos sesenta trucos para conquistar a cualquier chica. ¿Te interesa? —Qin Chu esbozó una sonrisa diabólica.
Si Huo Lichen le pidiera ayuda para enamorar a una chica, presumiría de ello durante años. Ante la charla incesante de Qin Chu, se puso impaciente:
—Ya puedes irte —dijo.
Qin Chu hizo una mueca. «¿Cómo? ¿Me está echando, así como así? Ahora ni siquiera puedo disfrutar del espectáculo». Todavía no estaba dispuesto a rendirse, así que repitió su oferta:
—¿Seguro que no quieres aprender de mí? También puedo darte algunas ideas, después de todo, soy experto en esto.
A Huo Lichen no podía importarle menos lo que Qin Chu decía, por lo que se dirigió hacia arriba.
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