Una cálida mano, de esa manera repentina, sin haberla advertido, se posó en su frente para acariciar suavemente aquella cicatriz que no podría desaparecer nunca.
-Te dolió mucho, ¿verdad?- preguntó Joaquín afectuosamente.
A Denis le molestó este cariño, por lo que apartó su mano de manera brusca mientras respondía, -No.-
Ya se había acostumbrado al dolor e incluso había sufrido cosas mucho peores que esa herida. Para qué tenía él que hacerse el bueno preguntándole que si le había dolido.
En ese momento, ella pensaba así.
En la mano del hombre apareció inmediatamente una marca roja.
Andrés se enfadó, pero Joaquín movió su mano diciendo, -Iros todos fuera.-
Así que Andrés no tuvo más remedio que marcharse junto a los criados de la casa, siguiendo al mayordomo hasta el jardín.
En poco tiempo en el amplio salón solo quedaron ellos dos.
Joaquín se tocó su mano mientras decía cariñosamente, -No pasa nada.-
Denis no supo cómo romper el incómodo silencio que apareció, hasta que la voz del hombre volvió a sonar,
-Todavía me acuerdo de tu fiesta de cumpleaños a los 18. En ese entonces te veías tan arrogante, como si fueras un pequeño tigre. Uno que mostraba orgulloso los colmillos que le habían crecido, sin tenerle miedo a nada. Era bastante interesante.-
-Yo no recuerdo nada.- dijo ella, queriendo llevarle la contraria.
-Me acuerdo de esa tarde de verano. En la que yo estaba descansando con los ojos cerrados bajo un árbol, cuando creíste que me había quedado dormido y me besaste.-
-Lo olvidé.- siguió negando ella.
-Me acuerdo de que en el día de San Valentín, imitaste a otras chicas y escondiste en mi mochila una caja de bombones que habías hecho.-
-Al final se los comió el perro.-
-No. Tus bombones no se los comería ni mi perro.- dijo él riéndose, divertido por su reacción.
-Claro, nunca te ha gustado lo que yo hago.- sin darse cuenta, Denis empezó a seguirle la conversación.
-No. Terminé comiéndomelos.- dijo seriamente el hombre, aún con una sonrisa, -Y estuve en el hospital durante tres días por gastroenteritis.-
¿En serio pasó eso? Denis quiso burlarse de todas las mentiras que salían de su boca, pero del fondo de su memoria apareció algo. Un día fue a la Mansión García y los criados dijeron que el señorito Joaquín estaba en el hospital por haber tomado algo que no estaba en buen estado.
-Me acuerdo de que en mis partidos de baloncesto, me hiciste muchas fotos a escondidas.- dijo extendiendo su mano hacia ella, -¿Y las fotos? Es hora de que sean devueltas a su dueño.-
-… Las perdí.-
Al escuchar esta respuesta, Joaquín la miró fijamente. Y ella, en poco tiempo, se sintió muy molesta por su actitud y esta conversación repentinas.
Por lo que sin poder aguantar ni un segundo más, gritó fríamente, -Joaquín García, ¡qué demonios quieres hacer! ¿Recordar los buenos tiempos con un amigo?-
El hombre siguió diciendo, como si no hubiera escuchado nada, -Me acuerdo de que me amabas.-
Ante esas palabras, Denis no pudo evitar temblar. Cerró los ojos y evocó lo que acababa de decir: que ella lo amaba.
-Entonces, ¿no se si te acuerdas de que en la familia Alonso no existe una persona llamada Denis?- preguntó ella, usando las mismas palabras que él dijo una vez: que en la familia Alonso no existía una persona llamada Denis.
-Buenos días, señor Joaquín. Soy una criminal bajo tratamiento penitenciario. Maté a una persona, soy una delincuente maligna.-
El hombre agachó la cabeza y suspiró para luego volver a extender su mano hacia ella, diciendo, -¿De veras que tu corazón no volverá a latir por mí?
Cuando hizo esta pregunta, Denis temió internamente. Si él tampoco había dicho nada grave, por qué el dolor había inundado su corazón, como grandes olas en una tormenta.
Ella levantó una mano, con la intención de ponerla sobre su pecho. Pero en el mismo instante que la alzó, se obligó a sí misma a bajarla. No dolía, no dolía, no le dolía. Ya lo había olvidado hace tiempo, y lo dejaría olvidado para siempre.
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