Amor, Guerra&Mi Marido Vegetativo romance Capítulo 531

Ángela no esperaba que sus hijos se hubieran peleado por algo tan insignificante. "Claro que no me enfadaría. Pero sería muy mal educado de tu parte", dijo Ángela con paciencia. "Deberías haber esperado a que regresara y pedirme permiso para abrirlo".

"¿Oh, mamá, puedo abrirlo ahora?"

"¡Por supuesto!" Ángela cogió el paquete, la expresión en su rostro de repente se volvió seria. "Rita, no sé quién envió este paquete ni qué hay dentro, así que mejor lo abro yo."

Ángela temía que hubiera cosas impropias para niños dentro del paquete y que podrían asustar a Rita.

"Ah." La curiosidad de Rita se hizo más fuerte.

Ángela cogió unas tijeras pequeñas y cortó la cinta adhesiva en el paquete.

La niñera se acercó a preguntar: "Ángela, ¿Mike va a venir a cenar esta noche?"

Ángela respondió: "Tiene un evento esta noche, no va a venir a cenar."

"Bien, entonces voy a preparar la mesa".

"Mm."

Después de abrir el paquete, Ángela dejó las tijeras. Un soplo de aire frío salió desde el interior de la caja, Ángela sacó un cubito de hielo desde dentro.

Ángela se puso alerta, si hay hielo en un paquete, lo que hay dentro es comida fresca. Pero esta caja de cartón no era grande. Aparte del cubito de hielo que había sacado, también había un pequeño rollo de cinta adhesiva negra.

Ángela sacó la cinta adhesiva y la abrió...

Dentro de la cinta adhesiva negra había un pedazo de dedo humano. Este dedo debía de haber sido cortado recientemente. Todavía había manchas de sangre fresca en él. Ángela Cogió la caja, su cuerpo temblaba sin parar.

En la caja, también había un dispositivo similar a un mp3. Su instinto le decía que debía sacarlo y escucharlo. Ver quién envió el paquete, ¡de quién era el dedo! Pero tenía miedo.

Ahora que estaba embarazada debía tener más cuidado.

Media hora después. La puerta del baño se abrió. La niñera y los dos niños estaban parados afuera, vieron a Ángela salir del baño fuera de sí y con los ojos hinchados.

"Estoy bien... no se preocupen." Su rostro estaba pálido, pero trataba de mantener la calma. "Vayan a comer. No tengo hambre. No se preocupen por mí."

Habló en voz baja, cogió la caja y subió las escaleras.