"¡Los dos bebés están muy sanos!".
Hospital, ginecología. Serafina Larios, sosteniendo el formulario del registro, escuchó las palabras del médico y suspiró aliviada.
Estando embarazada de siete meses, había sufrido bastante, pero ahora, al escuchar que ambos bebés estaban sanos, de repente sintió que todo había valido la pena.
Pasadas las siete de la tarde, se escuchó el sonido de la llave en la puerta, y rápidamente se levantó, "¡Amor!".
Fermín Sosa apareció en la entrada, al escuchar su voz, no levantó la cabeza, tal vez porque había sido un día duro en el trabajo.
No dijo nada, simplemente se agachó para cambiarse los zapatos.
"Hoy fui a hacerme el chequeo, los bebés están muy sanos".
Fermín tuvo una reunión ese día y no pudo acompañarla, así que ella fue sola.
El hospital no quedaba lejos, así que no fue problema.
Serafina dijo alegremente: "Justo estaba pensando en los nombres de los bebés, ¿qué te parece si los llamamos...?".
Era el tercer año de su matrimonio y la familia había estado esperando un niño durante mucho tiempo.
Especialmente la madre de Fermín, quien llamaba cada dos por tres para preguntar si ya estaba embarazada.
Desde que supieron del embarazo, toda la familia estaba feliz, aunque el embarazo había sido difícil, sólo pensar en los dos adorables bebés que pronto llegarían, hacía que todo pareciera valer la pena.
Fermín ya se había cambiado los zapatos, pero no había ni una sonrisa en su rostro, "Abortemos a los niños".
"¿Qué... qué?". Serafina aún estaba sumergida en la feliz anticipación y se quedó atónita al escuchar las palabras de Fermín.
¿Había escuchado mal?
¿Él realmente quería abortar a los niños?
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