—Adiós. —Ella se despidió agitando su teléfono con una sonrisa.
No esperó a que le respondiera y se fue enseguida. Mientras tanto, Guillermo se sentó en su silla y no se movió. Carla le sonrió antes de tomar su teléfono y salir corriendo detrás de Elisa. Después de subirse al auto, Carla no lo puso en marcha, sino que la miró con incredulidad.
—Iris, no me digas que planeas estar con él por despecho después de divorciarte de Gabriel. Él no es apto para eso. ¿No tienes miedo de enamorarte y que te hagan sufrir otra vez?
Elisa se quedó atónita por un momento, pero pronto se recompuso.
—¡Eso es una tontería! Lo que más odio ahora es el romance. ¿Por qué me enamoraría de alguien? —dijo con una sonrisa.
«Además, ¿por qué él me querría?». Elisa no pudo evitar reírse.
—Te preocupas demasiado. Aunque quisiera salir con Guillermo, él no me querría.
—¿No estás mintiendo? —preguntó la otra mujer con desconfianza y el ceño fruncido.
—¡Claro que no!
Carla la miró durante bastante tiempo y se convenció de que no rompería su promesa, así que puso en marcha el auto y no pudo evitar suspirar mientras soltaba el embrague.
—¡Los hombres son todos una basura! Las mujeres tenemos que hacernos fuertes para defendernos. Elisa, eres una mujer fuerte, así que no dejes que otro hombre te desmoralice. —Por lo general, la llamaba Iris, pero, esa vez, la llamó Elisa para expresar la seriedad del asunto.
—No te preocupes. No dejaré que otro hombre me retenga. La venganza contra Gabriel es solo el principio, créeme —dijo riendo.
—¡Confío en ti! —dijo con alivio y dobló.
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