Amor obstinado romance Capítulo 28

Gabriel se quedó boquiabierto mientras Elisa lo miraba disgustada.

—Estuve esperando a que vinieras a buscarme. ¡¿Ni siquiera tienes tiempo de ir al Departamento de Asuntos Civiles?! Podrías haber sacrificado el tiempo de una comida con ella y haber hecho los trámites de nuestro divorcio, así no tendrías que preocuparte por la reputación de tu compañía todos los días.

—Tú... —Gabriel apretó los dientes y gruñó—: ¡Elisa Benedetti! ¡¿Crees que no quiero divorciarme de ti?! ¡La abuela estuvo llorando y me rogó que no lo haga!

En ese momento, Elisa se sintió confundida ya que, antes de eso, Julia la había llamado y afirmado que encontraría un hombre mucho mejor para ella. «¿Lo dijo a propósito?».

—Todavía se está llevando a cabo un proyecto en la compañía y estamos compitiendo contra Grupo Domínguez. Me divorciaré de ti cuando termine con eso, pero será mejor que te comportes durante el próximo mes.

Cualquier noticia negativa sería una amenaza para Gabriel, así que no quería que nada arruinara su reputación como la pareja perfecta.

Elisa resopló con desdén.

—Ese no es asunto mío. No me importa si la compañía tiene éxito en este proyecto o no, ya que, aunque ganaras mil millones, no recibiré ni un centavo.

Gabriel la miró de forma muy burlesca.

—¡De verdad eres una mujer avariciosa y materialista! —Frunció el ceño mientras miraba el rostro imperturbable de Elisa.

Luego, ella sonrió satisfecha.

—Solo espero no tener que verte nunca más. Todavía me repugna pensar en tu mirada impaciente cuando te rogué que nos viéramos. —Su comentario hizo que él se enfureciera de inmediato—. Por lo tanto, señor Weller, no imponga a los demás lo que usted no desea. Espero que dejes de molestarme.

—¡¿Molestarte?! Muy bien, Elisa, ¡ahora te estás volviendo arrogante! —Gabriel se rio de rabia, pero su espeluznante mirada reflejaba desdén.

Elisa no quería molestarse en hablar con él, así que se dio la vuelta y se dirigió hacia la sala privada.

—Será mejor que te comportes si no quieres causarle problemas a Grupo Sevilla.

Ella se detuvo por un instante, pero, de pronto, recobró el sentido y regresó a la sala mientras dejaba a aquel hombre solo en el pasillo vacío. Gabriel apretó los puños y frunció los labios con indignación. La crueldad que se reflejaba en su mirada era tan amenazadora como si pudiera destruir la sala en la que se encontraba Elisa.

Por su parte, ella se sentó en el sofá y Carlos la miró preocupado.

Capítulo 28 Un alboroto en Internet 1

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