Mientras miraba a Raquel, Elisa asintió y la interrumpió:
—Lo hago porque perdí la paciencia con él. Intenté ser amable, pero él siguió cruzando el límite.
La joven abrió los ojos, sorprendida.
—¿De verdad estás preparada para esto? Una vez que des ese paso, ¡no habrá vuelta atrás! —exclamó agitada.
Elisa levantó las cejas.
—¿Antes no me pediste que diera el paso? Ahora que estoy decidida a hacerlo, ¿me pides que lo reconsidere?
—¡Está bien, espero que puedas divorciarte oficialmente de ese imbécil y alejarte de él para siempre! —afirmó Raquel con seriedad, pero, en el siguiente instante, se vio en un dilema—. Es que me preocupa que te arrepientas y sufras más que antes. Algunos dicen que es mejor acabar con el dolor, pero el proceso puede ser aún peor.
Mientras sonreía, Elisa tomó la mano de su amiga.
—Todo estará bien. Confía en mí.
La joven seguía preocupada, pero, al final, asintió.
—Sí, claro que confío en ti. ¡Uf! —Quería seguir hablando, pero le preocupaba que Elisa se arrepintiera.
Al final, decidió que nada podía ser peor que el hecho de que ella no pudiera divorciarse oficialmente de Gabriel. Raquel observó los regalos que había sobre la mesa.
—Vamos, pruébate el vestido.
—No hace falta.
Raquel ya había tomado los regalos, pero se sintió confundida al oír la respuesta de su amiga.
—¿Qué? ¿No piensas ponerte su vestido?
—Ajá. —Al ver que Raquel sacaba el vestido, Elisa pronunció con tranquilidad—: No soy muy amiga de Guillermo. No planeo seguir relacionándome con él después de que termine nuestra colaboración.
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