El ambiente, el cual había estado inicialmente relajado, se tornó tenso de manera inmediata al escucharse las palabras "hace siete años".
Apretando sus puños, Everleigh forzó una sonrisa, tratando de sonar lo más calmada posible, "Algo así, pero no del todo. Estaba planeando continuar mi estudio en el extranjero, pero el solicitar ingreso a la universidad no es cuestión de un día o dos".
Sólo podía ver cómo los ojos de Theodore se volvían fríos como el hielo.
Después de todo, estuvieron enamorados durante cinco años, por lo que se conocían muy bien. Sabían qué decir para cambiar de tema; además conocían exactamente qué palabras utilizar para lastimarse mutuamente.
Theodore la contempló fijamente con su fría mirada. Esperó por su explicación, pero ella no planeaba darle una. Everleigh bajó la cabeza y tomó un sorbo de agua, no tenía intención de disculparse por lo que sucedió antes.
"Camarero, la cuenta por favor". Dijo Theodore, antes de ponerse de pie.
Durante el camino de regreso, Theodore no dijo una palabra. El clima dentro del coche se había tornado hostil.
Adrienne seguía siendo una niña despistada. No podía sentir la animosidad entre los dos adultos y seguía cuchicheando para sí misma, tal y como lo haría cualquier niño. Al llegar a su destino, ella estaba profundamente dormida sobre el hombro de Theodore.
Luego de salir del auto, Everleigh estaba a punto de despertar a Adrienne. No esperaba que Theodore sacara a la niña del coche. Preguntó fríamente y sin emoción: "¿En qué piso vives?"
Everleigh estuvo desconcertada por un momento. "El piso 12".
"Vamos".
Era como si hubiera echado raíces en el lugar, hasta que Alastair tiró de su falda. "Mami, vámonos. Estoy cansado".
Después de que el ascensor alcanzó el duodécimo piso, Everleigh procedió a abrir la puerta y permitió que Theodore entrara en la casa. Se dirigieron al dormitorio de los niños para acostar a la durmiente Adrienne en su cama.
Mirando el agua que goteaba de la camisa de Theodore, Everleigh se disculpó con torpeza, "Siento lo de tu camisa".
Theodore le lanzó una mirada fría. "Parece que no tienes problema alguno en disculparte por asuntos triviales".
Everleigh frunció los labios y se quedó sin habla.
Theodore le tenía fobia a los gérmenes. Sin embargo, en ese momento todo su hombro estaba cubierto por la saliva de Adrienne. Ella se sorprendió de que no hubiera dicho una palabra, pero probablemente estaba refunfuñando internamente.
Ella tenía un conflicto en su interior. No deseaba que Theodore pasara demasiado tiempo con los niños, pero tampoco deseaba que él los odiara. Tenía que manejar este asunto con cuidado, con el mayor tacto posible.
Theodore preguntó: "¿Dónde está el baño?"
"Oh, por allá", Everleigh señaló rápidamente con su dedo.
Después de que Theodore entró, ella se quedó de pie en la sala de estar durante mucho tiempo, escuchando el correr del agua proveniente del baño. No estaba segura de qué hacer, así que se dirigió a la cocina para colocar la tetera en la estufa.
En el baño, Theodore miraba su reflejo en el espejo, mientras que el agua del grifo seguía fluyendo.
Miró los tres cepillos de dientes eléctricos que estaban sobre el lavabo. Uno era blanco y los otros dos eran rosa y azul, obviamente para los niños.
A juzgar por las toallas que colgaban de la estantería y las botellas de champú en la canasta, no había señales de que hubiera un hombre en la casa.
Theodore se permitió relajarse un poco. Miró la pequeña pegatina de gato en la esquina del espejo, luego miró su camisa mojada; su mirada se suavizó.
El sonido al abrirse la puerta del baño fue chirriante y sonoro.
Everleigh parecía agitada. Ella levantó la vista desde el sofá y preguntó: "¿Bebes té?"
"No es necesario. Tengo otros asuntos que atender".
La expresión en el rostro de Theodore era nula y su mirada, indiferente.
Por cortesía, Everleigh lo acompañó hasta abajo.
El ascensor era de por sí angosto e incómodo, y con Theodore bloqueando la salida con su cuerpo, cual montaña inamovible, hacían que el aire lograra apenas entrar, dificultando la respiración.
Theodore inspiró fuertemente. "Eso es bueno. Solo te ayudé por los viejos tiempos. Esta es la primera y última vez que sucederá. Cualquier cosa después de esto no es mi problema".
Una sorprendida Everleigh observó con impotencia cómo Theodore se alejaba. Sólo al cerrarse las puertas del ascensor volvió a sus sentidos.
En el banquete, Theodore había anunciado públicamente que era el padre de sus hijos. Declaró ante toda la familia Trevino y sus amigos cercanos que celebraría una boda con ella. El padre de Everleigh había escuchado esto alto y claro, pero ahora, era evidente que él se estaba arrepintiendo, dejando que ella limpiara su desorden.
¿Llamaba a esto ayudar? Él solo le había causado más problemas.
A ella no le importaban sus familiares, pero ¿cómo iba a explicarle eso a su padre? ¿Tenía que mentir y decir que contrató a Theodore? Ella acababa de acomodar las cosas con su padre por primera vez en mucho tiempo, ¡y ahora eso iba a arruinarse de nuevo!
Después de pensar un poco, la gratitud de Everleigh hacia Theodore se desvaneció. Apretó el botón del ascensor, su rostro estaba triste y sombrío.
Theodore no la estaba ayudando; se estaba vengando.
En la habitación de los niños.
Alastair estaba sentado en la alfombra con las piernas cruzadas, la espalda apoyada en la cama y una computadora en su regazo. Estaba frunciendo el ceño ante algo, lo que lo hacía ver más maduro de lo que en realidad era.
En la pantalla había un archivo con la información privada de alguien. Era tan detallado que incluso los investigadores privados se sorprenderían. Estaba la altura de la persona, el peso, los gustos y preferencias, básicamente todo sobre el individuo.
A juzgar por su apariencia, la prensa definitivamente pagaría un buen precio por él.
Si mirabas con más detenimiento, la hora en que se registró cada pieza de información estaba claramente indicaba.
La primera hora registrada fue hace tres años.

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