—¡Papi!
Theodore parpadeó repetidamente.
Pensó que Adrienne estaba despierta pero su mirada estaba ausente; hizo un puchero antes de volverse de costado para cerrar los ojos de nuevo. Poco después, la escuchó roncar y luego comenzó a respirar tranquilamente de nuevo.
Theodore se sintió algo aliviado.
Le pareció gracioso lo profundo que dormía la niña. Por el rabillo del ojo, notó que el chico estaba despierto.
La niña lo había despertado con sus murmullos.
—¿Estas despierto? —Theodore se sentó erguido en la cama y miró a Alastair. Entre ellos sólo había una alfombra gris corta y mullida.
—Sí. —Los ojos de Alastair estaban desenfocados y parecía un poco somnoliento.
Un niño de su edad habría bostezado y se habría vuelto a dormir. Sin embargo, Alastair miró su reloj y estaba completamente despierto cuando volvió a levantar la vista. —Es tarde. Adrienne y yo debemos volver.
Theodore asintió. —Esperemos a que se despierte.
Alastair miró a su hermana, que dormía profundamente junto a Theodore.
Theodore vio la vacilación en Alastair. —No has comido, ¿Verdad? He pedido algo de comida, si tienes hambre puedes comer mientras Adrienne duerme. Cuando se despierte, los enviaré de regreso a casa.
Después de unos momentos, Alastair asintió.
El salón estaba conectado con la oficina; había una gran variedad de comida que Moses había ordenado colocada en la mesita de café. Como los niños estaban profundamente dormidos, no quiso despertarlos para comer.
Theodore tampoco había cenado, así que fue a la oficina con Alastair para no despertar a Adrienne.
Evidentemente, el chico era más maduro que sus compañeros. Su comportamiento era tranquilo y solemne. Según Moses, se había quedado con su hermana toda la tarde; estaba totalmente avocado a ella.
—Deberías comer más. —Theodore cortó la mitad del bistec en su plato y se lo dio a Alastair.
—Gracias.
Theodore recordó lo que sucedió en la fiesta de cumpleaños de Selena, cuando Alastair le pidió ayuda con calma y lo dejó un tanto confundido.
—El otro día, ¿por qué dijiste que soy tu padre?
La voz de Theodore resonó en la gran oficina.
Alastair parpadeó y dejó de comer. Levantó la cabeza lentamente. —Mi tía incriminó a mamá y necesitaba ayuda.
La respuesta fue muy breve. Tenía sentido, pero era algo vago; incluso sonaba como si estuviera evitando el tema, pero, era la respuesta lógica de un niño de siete años.
Sin embargo, sabía que el niño era muy perspicaz, por lo que sospechaba que sabía algo y que dio una respuesta sugerente deliberadamente. —Había mucha gente en la fiesta de cumpleaños, ¿Por qué me pediste ayuda a mí?
—Porque eres el único que conozco.
Los ojos de Theodore se congelaron mientras fijaba su mirada en el chico.
Salió con Everleigh durante cinco años; estuvieron juntos desde la secundaria. Por lo tanto, tenían innumerables fotos y recuerdos. A pesar de que destruyó la mayoría de ellos después de la ruptura, todavía conservaba una foto, que primero rompió en pedazos pero terminó pegándola de nuevo.
Quizás ella hizo lo mismo.
—¿Me conoces?
Alastair lo miró fijamente. —Ese día lluvioso; te conocimos en la farmacia.
La delicada voz resonó en la oficina.
La expresión de Theodore se puso rígida. —En la farmacia...
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