Bebé adorable en la puerta: Mami, por favor firma romance Capítulo 1799

Las dos se separaron y registraron la zona, pero no encontraron a Xu Yingxi.

Jiang Wanqing se puso cada vez más ansiosa y estaba a punto de ampliar su perímetro de búsqueda cuando la voz de Xu Yingxi se oyó de repente detrás de ella.

“Hermanita”.

Jiang Wanqing se giró y miró, dejó escapar un largo suspiro de alivio y se apresuró a preguntar con preocupación: “¿Estás bien? ¿Dónde estabas?”.

“Lo siento, me perdí...”.

A Xu Yingxi solo se le ocurrió esa excusa.

Jiang Wanqing no soportó culparla y solo le recordó: “Para la próxima vez dime donde quieres ir e iré contigo, ¿está bien?”.

Xu Yingxi asintió obedientemente. “De acuerdo, lo haré”.

Después de reunirse con la Pequeña Lynn, siguieron paseando por el centro comercial.

Jiang Wanqing no podía controlar sus impulsos en absoluto. Compró un montón de cosas y acabó cargando con bolsas grandes y pequeñas.

Hacía tiempo que Xu Yingxi no compraba así, y su ritmo era cada vez más lento.

Afortunadamente, Jiang Wanqing vio que estaba cansada y pensó en dejar de comprar. La llevó a un lado, sacó el móvil y llamó a Jin Beichen.

“Hermano Mayor, estoy agotada. ¿Puedes recogernos a la Hermana Yingxi y a mí? Hay demasiadas cosas que llevar”.

Al oír esto, Jin Beichen frunció ligeramente el ceño. “¿Trajiste a Xu Yingxi?”.

Jiang Wanqing oyó la severidad en su tono y al recordar que Xu Yingxi se perdió aquella tarde, no pudo evitar sentirse culpable.

“Quería comprar algo de ropa para la Hermana Yingxi. Además, sigue aquí con nosotros, así que está a salvo”.

No esperó a que Jin Beichen la regañara y cambió rápidamente de tema. “Te enviaré un mensaje con nuestra localización, así que ven rápido”.

Colgó el teléfono y envió la ubicación a Jin Beichen.

Jin Beichen se sintió impotente y se levantó para marcharse.

Las tres esperaron, y veinte minutos después, Jin Beichen llegó.

“Jiang Wanqing, ¿por qué compraste tanto?”. Al ver la pila de bolsas de la compra a sus pies, Jin Beichen no pudo evitar reprenderlas.

Jiang Wanqing le cogió del brazo, despreocupada, y dijo coquetamente: “¡La ropa es muy bonita, y también compré algo para Papi y Mami, y algo para ti!”.

Se agachó y sacó una corbata de una bolsa de la compra. “Mira, esta es la corbata que elegimos juntas para ti”.

Jin Beichen frunció un poco el ceño. “¿Intentas sobornarme?”

Había un rastro de culpa en sus ojos mientras decía con una sonrisa: “Al Hermano Mayor no le falta de nada, pero a mí, en cambio, me falta una cuñada”.

Jin Beichen la miró sin comprender y la muchacha solo guardó silencio.

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