Bebé adorable en la puerta: Mami, por favor firma romance Capítulo 901

Los ojos de Qisha se abrieron de par en par y exclamó sorprendida: “¿Por qué quieres que lo destruya? ¿No estás colaborando con ellos? ¿Qué está pasando?”.

Jin Fengchen no interrumpió la lluvia de preguntas de Qisha.

Ya que Jin Fengchen había solicitado su ayuda, no tenía intención de ocultarle sus intenciones y le dijo con franqueza: “Mi colaboración con el Grupo SA consiste en que les proporcione las hierbas medicinales. Ellos, a su vez, fabrican los medicamentos...”.

Jin Fengchen explicó brevemente su cooperación con el Grupo SA. Qisha comprendió rápidamente el plan de Jin Fengchen.

No pudo evitar frotarse la barbilla. “Jin Fengchen, realmente eres una persona despreciable”.

Esto no era un cumplido; incluso podía considerarse despectivo, pero Jin Fengchen no le hizo caso.

“No me importa lo que tu pienses”, dijo Jin Fengchen mientras golpeaba el alféizar de la ventana con el dedo índice.

Qisha resopló en respuesta: “Esta era una transacción mutua entre ambas partes. Ahora quieres destruir la mercancía después de haberla vendido. ¿De qué te sirve atormentarlos?”.

Aunque era capaz de hacer la tarea, todavía quería averiguar su razón.

Jin Fengchen la miró fijamente y dijo en tono tranquilo: “Lo que han comprado es veneno”.

Qisha se quedó atónita por un momento. Estos tratos clandestinos siempre habían estado presentes, pero Jin Fengchen nunca se había involucrado antes. ¿Por qué estaba Jin Fengchen dispuesto a ensuciarse las manos ahora?

Los ojos de Qisha parpadearon mientras miraba a Jin Fengchen de forma compleja.

A Jin Fengchen no le preocupaba lo que Qisha estaba pensando. La razón por la que llamó a Qisha era porque ella estaba familiarizada con el territorio.

Además, los contactos de Qisha eran amplios. Por tanto, era la mejor persona para el trabajo.

Jin Fengchen reflexionó por un momento y luego preguntó: “Por tus conecciones, ¿ha habido algún trato en el mercado negro con respecto a venenos o drogas relacionadas con patógenos?”.

Los ojos de Jin Fengchen eran tan agudos, penetrantes como los de un leopardo, mientras miraba fijamente a Qisha.

Qisha no pudo evitar mostrar una expresión de asombro y preguntar con curiosidad: “¿Cómo te has enterado de esto?”.

Tal y como dijo Jin Fengchen, recientemente habían estado circulado productos dudosos en los mercados clandestinos.

Por desgracia, a un contacto muy importante de Qisha le inyectaron esta droga venenosa y hace poco murió.

En cuanto Qisha recordó esto, su corazón se llenó de ira.

Qisha era la líder de Los Inmortales; su reputación y su nombre eran conocidos en la industria.

Sin embargo, esa gente fue tan descarada al tratar así a sus hombres. Ella ya lo había registrado como uno de sus rencores. El responsable debía pagar por ello.

Parecía que el responsable era Jin Fengchen y su enemigo común.

La expresión de Jin Fengchen se hundió: “Si mi suposición es correcta, es probable que el Grupo SA esté involucrado en la investigación y desarrollo de este veneno. Este lote de hierbas medicinales es probablemente una de las materias primas”.

Al oír eso, Qisha no pudo soportarlo más y bramó con rabia: “Déjamelo a mí. ¡Prometo que no quedará ningún rastro de ella!”.

Jin Fengchen asintió ligeramente.

Cuando se trataba de Jiang Sese, las comisuras de sus labios se curvaron inconscientemente.

Qisha se quedó clavada frente a Jin Fengchen; no esperaba que le mostraran esta faceta de él.

El delicado rostro de Qisha se distorsionó. Sentía que tarde o temprano se volvería loca.

Si su mirada pudiera matar, el hombre sentado ante ella habría muerto muchas veces.

Qisha giró la cabeza y resopló enfadada: “¿Tan orgulloso estás de tener una pareja? ¡La próxima vez me buscaré una pareja solo para torturarte!”.

Le dio la espalda y se marchó enfadada, cerrando la puerta tras de ella con un ‘paam’.

Jin Fengchen la miró con indiferencia mientras se marchaba, y luego retiró la mirada.

Una sonrisa apareció en sus labios mientras sacaba su teléfono móvil, encontraba el número que tan bien conocía y marcaba.

La llamada fue contestada casi instantáneamente. Su voz estaba llena de dulzura, un cambio total respecto a hace un momento. “Llegué bien”.

Al escuchar esto, Jiang Sese no pudo evitar dar un suspiro de alivio. Había mantenido su teléfono a su lado todo el día, esperando su llamada.

“Qué bien. Debes prestar atención a tu seguridad mientras estés en el extranjero. Acuérdate de llevar a Gu Nian y a los hombres contigo allá donde vayas, ¿está bien? Y también vigila lo que comes...”. Jiang Sese exhortó y regañó.

Le preocupaba constantemente que ocurrieran accidentes.

Además, echaba mucho de menos a Jin Fengchen.