La sonrisa de Anastasia se petrificó por unos segundos antes de que dejara salir una ligera tos.
—Por supuesto que sé eso.
-En cualquier caso, no deberías confiar en otro hombre con excepción de mí. -Miguel estuvo tentado en decir el nombre de Elias de manera explícita.
-Lo entiendo. -Anastasia asintió. En ese momento, Alejandro tiró por accidente su bolsa que estaba en el sofá y se salieron varios objetos; dentro de esas cosas se encontraban sus llaves, su lápiz labial y una tarjeta de invitación. La atenta mirada de Miguel la vio de inmediato, por lo que la recogió.
-¿También recibiste la invitación de mi abuela? Ella es quien va a patrocinar la cena de caridad.
-¡Oh! Sí. -Anastasia juntó sus labios para hacer una sonrisa. Ella no quería mencionar que su madre había rescatado a Elias en una ocasión. Miguel estaba exaltado
por eso, así que le dio un rápido recordatorio.
-¡Tienes que venir! Yo también estaré allí y podré presentarte a mi mamá y papá.
-¡De acuerdo! -asintió con claridad; de igual forma, ya le había dicho a Eva que iría, por lo que tenía que asistir a la cena.
—Oh, por cierto, te prepararé un vestido de fiesta para ti — le ofreció.
—No te preocupes por eso. —Ella lo rechazó de inmediato. No obstante, él no quería que se le negara, por lo que continuó insistiendo con sus deseos.
-¡Te demostraré lo bueno que son mis gustos! Confía en mí. Bueno, ya me voy.
Anastasia se despidió de él en el elevador.
-Conduce con cuidado -le dijo, pero él se dio la vuelta para darle un último serio recordatorio.
—Prométeme que no traerás a algún otro hombre a casa, ¿está bien, Anastasia? -Ella asintió con firmeza con el fin de poder darle alivio.
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