—Vamos, ya, ¡ya! ¡Les prepararé una linda habitación en la casa! —exclamó Adaline empujando a Nate y a Blair lejos de allí.
—Pero mujer, espera, acabo de preguntar...
—¡Rufus por Dios, los muchachos acaban de llegar! ¿No puedes dejar tus interrogatorios para otro momento? Solo... ¡disfruta de la niña y ya!
Y como el patriarca de la familia realmente estaba muy emocionado con su nieta, no fue para nada difícil distraerlo para que dejara en paz a Nate.
—¿Sabes qué, hijo? Sé que tu padre es un dictador reprimido —suspiró su madre—. Nadie puede decirle nada que no quiera escuchar, pero yo sí te escucho hijo. Si quieres puedo ponerlos en habitaciones separadas, no hay ningún problema, tu padre no tiene por qué enterarse...
—No te preocupes mamá, no tengo ningún problema con que usemos una sola habitación, finalmente eso es lo que hacemos en casa ¿no es verdad, cariño?
—No, no es verdad, en casa casi siempre te duermes sobre el escritorio —replicó Blair con una sonrisa suave, y Asher y Sebastián comenzaron a molestarlo con las clásicas bromas de que ya lo estaban dominando.
Sin embargo, Adaline carraspeó nerviosa y los empujó hacia el interior de la casa.
—Esta es una de las habitaciones matrimoniales más grandes. Justo aquí al lado hay una habitación pequeña en la que voy a mandar a acomodar una cuna, van a estar muy cómodos. ¡Ya verán! —aseguró la señora y un momento después los dejaba solos y empujaba a sus otros hijos lejos de allí.
Nate respiró con cierto alivio y se acercó a la ventana mientras Blair se quedaba en medio de aquella habitación como un animalito perdido.
—Esto no va a ser extraño en absoluto, no te preocupes —comenzó a decir él y Blair se abrazó el cuerpo.
—Está bien, hay que hacer lo que hay que hacer para que estés bien con tu padre, ese fue el... —iba a decir "trato" pero recordó que quizás las paredes podían ser delgadas—. No importa, de cualquier manera no es algo que no hayamos hecho ya, ¿no es cierto?
Nate tosió aparatosamente en el mismo segundo en que recordó exactamente a qué se refería ella, y aquella imagen mandó cientos de descargas placenteras por todo su cuerpo.
—Será mejor que vaya a buscar las maletas —dijo con tono frío y salió de aquella habitación con paso apurado.
Blair suspiró con cansancio, y apenas tuvo su maleta se cambió por algo más cómodo y salió a buscar a su bebé. Una de las mejores cosas de su vida las vivió ese día, viendo a su pequeña siendo el centro de aquella hermosa familia. Pasaba de tío en tío y de brazo en brazo mientras todos la consentían y la mimaban.
Para cuando llegó la noche, el abuelo Rufus los sorprendió con una niñera de tiempo completo porque él también necesitaba tiempo para acorralar a su hijo.
—¡Tú, bébete esto, y siéntate que vamos a hablar! —ordenó Rufus poniendo un vaso de whisky frente a Nate, y Blair no pudo evitar soltar aquella carcajada—. ¿Pasó algo? —le preguntó con curiosidad y Blair miró a Nate con una mueca de disculpa.
—No, señor Vanderwood, solo que ahora sé a quién salió él tan mandón —respondió la muchacha, y Rufus se hinchó con orgullo.
—¡Exactamente, así que también va para ti! —dijo mandando a que le sirvieran una copa más de vino—. ¡Vamos, debe tú también, que hoy estamos celebrando!
Y así era. El patriarca estaba decidido a celebrar por todo lo alto la llegada de Nathalie a su vida, pero también estaba empeñado en que le dieran una respuesta inmediata.
—Muy bien, ¿cuándo le vas a poner el apellido a mi nieta? —le insistió a Nate—. Mañana mismo podríamos llevar esto al Registro Civil, sabes que tengo los mejores contactos y podríamos tenerlo todo resuelto en cuestión de horas.
—Lo sé, papá, pero nosotros vamos a hacer las cosas a nuestro tiempo...
—¡Eso es una babosada! Yo podría resolverlo así de...
—Señor Vanderwood, créame que Nate también está apurado, pero creo que sería mejor si hacemos los dos trámites de una sola vez. Ya sabe, ponerle el apellido a los dos bebés al mismo tiempo —le sonrió Blair con un guiño, y Rufus palmeó emocionado.
—Entonces, ¿es en serio? ¿¡De verdad me van a hacer otro nieto!? ¡¿Para ya?! ¡Dime que lo están intentando ya!
La alegría del hombre era tanta que Nate se restregó el rostro con las manos y le puso los ojos en blanco.
—Sí papá, ya lo estamos intentando.
—¡Uff, pues no sé qué hacen aquí! ¡Los sementales no descansan, vamos, largo a su habitación...!
—¡Pero papá...!
—¡A procrear dije...!
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