Blair se llevó la mano a los labios, asustada, mientras Nate le acariciaba los brazos arriba y abajo para calmarla.
—Oye, oye, solo es un presentimiento, todavía no tenemos nada claro, no te asustes...
—Pero... ¿por qué lo crees? ¿O sea?... ¿De verdad alguien pudo meternos un animal en el camino?
—Son muchas cosas, muchos pequeños detalles, pero Ranger lo está investigando. Te aseguro que muy pronto vamos a dar con la verdad. Mientras tanto, solo quiero que la niña y tú estén protegidas. Están conmigo o están con él. ¿De acuerdo?
La muchacha sintió, porque por supuesto que para ella lo principal era la seguridad de Nathalie, y aun así, aquello solo creaba más preguntas en su cabeza.
—Nate, ¿por qué alguien haría algo así?
—Supongo que el de Texas fue porque estaba investigando lo que pasó realmente con la caravana aquí en Nueva York.
—Sí, pero comenzando por el de la caravana, ¿todo esto a quién afectaría? ¿Tanto le dolieron a la empresa los ejemplares que se perdieron?
—No, para nada. Es lo extraño —respondió Nate pensativo—. Eran muy buenos ejemplares, pero tenemos otros mejores. Fue más el escándalo mediático con el que tuve que lidiar que la afectación real a la compañía.
Blair abrió mucho los ojos como si una pequeña chispa la hubiera iluminado.
—¿Y te has puesto a pensar que quizás esto es personal?
—¿Personal?
—¡Pues sí, tú mismo lo acabas de decir! ¡Lo de la caravana no afectaría a la compañía, solo a ti, porque si no hubieras sabido lidiar bien con eso...!
—Habría perdido la presidencia de la empresa... —murmuró Nate, tirando de aquella hipótesis como si fuera un hilo invisible.
—¿Y quién podría sustituirte?
Esa era la parte complicada.
—Mi padre jamás vendría a vivir a Nueva York —aseguró él—. Los gemelos todavía están estudiando, no pueden hacerse cargo de la compañía. Matt se desentendió desde que abrió su propio negocio, y además jamás tomaría mi lugar mi aunque mi padre se lo impusiera. Solo queda Elijah, pero le he dado cientos de oportunidades de venir a trabajar conmigo y no ha querido.
Además, tampoco podía creer que alguno de sus hermanos fuera capaz de eso.
—¿Entonces? Si ninguno de tus hermanos querría venir y hacerse cargo de la compañía aquí, ¿entonces quién?
—Pues solo... solo mi tío Lloyd, él es el que dirige la central de distribución en Texas, pero él no es parte de la compañía.
Y eso hacía que no fuera un candidato obvio para la presidencia.
—No lo entiendo, ¿no es de la familia? —lo interrogó Blair.
—Pues sí, pero realmente no tiene acciones en la empresa —le explicó Nate—. Mi abuelo les dejó las tierras de la hacienda a sus dos hijos, pero mi tío Lloyd siempre fue un hombre de ciudad, no le gustaba el campo. Así que mi padre terminó comprándole su parte de las tierras. Cuando la empresa empezó realmente a crecer, mi tío regresó y mi padre le dio el mejor empleo posible como gerente del centro de distribución, pero para ese momento la compañía era exclusivamente de mi padre y nuestra, así que mi tío no tiene acciones ahí.
Sin embargo, tampoco le cabía en la cabeza que alguien tan amoroso como su tío hubiera intentado matarlos deliberadamente. Le habría sorprendido menos que estuviera robando un poco por algún lado, pero de ahí a un atentado iba un trecho grande.
—Mira, ya no te preocupes por nada de esto. Ranger y yo lo vamos a resolver —le dijo, intentando tranquilizarla—. Mejor cuéntame cómo te fue con la doctora —le pidió, y la mujer frente a él respiró profundo.
Ella misma había puesto a la doctora contra la espada y la pared para que le diera un ciclo mejor, aunque quizás el proceso fuera más complicado.
—Me dio un nuevo calendario. Digamos que funciona… un poco diferente.
—Ajá, ¿y cómo es?
—Pues... es un día sí y uno no desde que comienza el ciclo.
—Un día sí y uno no de...
—Bam, bam, bam, eso mismo —susurró Blair sin mirarlo.
—Ah, bueno, OK... Pero para eso todavía falta, ¿no?
Y ese era el poco consuelo que le quedaba, que todavía faltaba una semana para que llegara el trágico momento de volver a intentarlo.
Sin embargo, los momentos trágicos parecían sucederse con más rapidez de lo que esperaba. Dos días después, cuando no vio a Blair bajar a desayunar y subió a ver qué pasaba, se la encontró intentando levantarse penosamente.
—¡Hey, hey, muñeca! ¿qué pasó? —preguntó llegando hasta ella y sosteniéndola.
—No es nada, de verdad —intentó tranquilizarlo Blair.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO