Blair solo sintió el tirón y la respiración acelerada de Nate pegándola a su cuerpo, mientras aquel auto pasaba a centímetros de los dos pitando como loco.
—¡Dios, me vas a matar, me vas a matar de un infarto! —gritó él por el susto—. ¡¿Qué diablos tienen tú los carros que no pueden mantenerse separados, mujer!? ¡¿Por qué no te paras cuando te digo que te pares!?
—¡¿Y tú por qué diablos me mientes cuando no deberías hacerlo!? —replicó ella intentando secarse nerviosamente las lágrimas—. ¡¿Cómo no se te ocurrió decirme que tenías un hijo!? ¡¿Por qué me mentiste en Nate!?
—¡Porque no es cierto! ¡Porque no tengo un hijo! —exclamó él desesperado.
—¡¿Entonces qué es lo que ella está diciendo?! ¿¡Que lo tuvieron hace años!? ¿¡Qué jamás le has dicho a nadie!? —lo increpó Blair—. ¡¿Te crees que soy una maldit@ estúpida!? ¡Esa es la mujer de la cabaña, Nate! ¡La mujer de las fotos... por la que te pusiste como un desquiciado! ¡La misma a la que le dices "tu infierno personal"! ¿Y por qué, eh? ¡Dime! ¿¡Porque tuvo un hijo contigo!?
—¡Ese niño no era mío! ¡Lo supe apenas nació, ese niño no era mío! —gritó Nate.
—¡Pues ella dice que sí y desde que te conozco jamás te he visto preguntar! ¡Jamás te he visto conciliar! ¡Lo único que sabes hacer es lastimar primero! ¿¡O me vas a decir que no es cierto?! ¡¿Qué le hiciste, qué hiciste para que esa mujer sea tu infierno personal, por qué negaste a ese niño, por qué nadie lo sabe, por qué...!?
—¡Porque era hijo de Matt! —Y toda aquella verdad que había estado ahogándolo por años salió por fin—. ¡Porque era hijo de Matt y lo maté! ¡Maté a mi sobrino, maté al hijo de mi hermano! ¡Por eso no lo sabe nadie...! ¡Por eso...!
Pero todo el desahogo violento que tenía se detuvo cuando vio la mirada perdida de Blair y la forma en que parecía ver alrededor sin lograr enfocarse realmente en nada.
—¿Blair? ¿Nena..? —Pero en ese punto ya sabía que era inútil. Sus ojos se cerraron y se desmadejó entre sus brazos mientras Nate intentaba que no se lastimara—. ¡Dios, Blair! ¡Blair contéstame, por favor, contéstame!
Nate le palmeó el rostro con tanta suavidad como el nerviosismo se lo permitía, pero finalmente su desesperación y su angustia pudieron más que él.
—¡Por favor nena, despierta, despierta...!
Ella abrió los ojos, pero siendo franca no tenía idea de lo que estaba sintiendo. Algo le dolía, algo que le sacaba todas las fuerzas del cuerpo y cosquilleaba en sus manos, aun cuando apenas podía sentirlas.
Algo no iba bien, sabía que algo no iba bien, y cuando logró sentarse un poco, su mano temblorosa solo alcanzó su bolsa para tomar aquel teléfono.
—Blair, ¿qué haces?... —intentó detenerla Nate hasta que vio el número que estaba marcando.
—Esta... Estacionamiento... —fue lo único que alcanzó a decir antes de echarse a un lado y vomitar absolutamente todo lo que había desayunado.
Nate ni siquiera sabía cómo ayudarla o qué decirle, solo fue consciente de las órdenes de Ranger cuando le ponía a la bebé en las manos.
—¡Tú cuida a Nathalie, yo me la llevo! —sentenció levantando a Blair en brazos para llevarla a la camioneta que había estacionado solo a unos metros.
—¿Qué? ¡No, espera...! —intentó detenerlo Nate, y su mejor amigo le dirigió una mirada acusatoria.
—¿Quieres a tu hijo? ¡Responde!, ¿lo quieres?
—¡Pues claro que lo quiero, Ranger, ¿qué mierd@ de pregunta es esa?! —replicó él furioso.
—¡Entonces, déjame llevarla al hospital, quédate con Nathalie! —gruñó Ranger y llevó a Blair hasta la camioneta mientras Nate intentaba contener las lágrimas de la pequeña que se había asustado con tantos gritos.
En pocos minutos, el ex militar estaba sacándola de allí y se daba cuenta de que aquellas lágrimas no tenían absolutamente nada que ver con sentirse mal.
—¡¿Qué demonios fue lo que pasó?! ¡¿Qué fue lo que te hizo ahora?! —preguntó golpeando el volante.
—La mujer... —sollozó Blair sin poder evitarlo—. La mujer regresó...
—¿¡Quién, Sienna!? —se espantó Ranger porque honestamente entre "mujer" y "regreso" lo único que podía pensar era en lo peor, y lo peor era Sienna Williamsburg.
—Esa... —susurró Blair—. La madre de su hijo.
Ranger contuvo el aliento porque era evidente que aquella bomba en particular ya había explotado, pero Blair solo lo vio negar mientras hablaba con la mayor claridad posible.
—El niño no era suyo. El hijo de Sienna no era de Nate —sentenció con firmeza, y la muchacha sintió que el corazón le dolía aún más.
—¿De verdad era de Matt? —murmuró.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO