BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 83

Aquellas palabras retumbaron como un eco en la cabeza de Nate:

"¿De dónde carajos está sacando Sienna tanto dinero como para contratar a un abogado así?"

—De donde mismo sacó dinero para pagar por un equipo de vigilancia profesional —replicó Nate recordando que, a pesar de haber hackeado su teléfono, jamás habían podido averiguar de dónde Sienna y su madre estaban sacando dinero para contratar los servicios de aquel tipo de gente—. Hay alguien más en todo esto. ¡Dios, no puedo creerlo, pero eso es seguro, hay alguien más en todo esto que las ha estado apoyando, y después de lo que pasó el día de mi boda falsa creímos que era mamá!

Matt lo miró aturdido y de repente se llevó las dos manos a la cabeza.

—Ahora no puede hacerlo, ¿con qué lo haría? Mamá está en la cárcel, Nate, está esperando su propio juicio —Matt respiró profundo para luego apretar los labios y decirle aquello que había estado guardándose durante algunos meses—. Ha estado llamándome...

—¿Qué? ¿Mamá ha estado llamándote? —lo increpó Nate porque no tenía ni idea de que su madre se hubiera estado comunicando.

—Ha estado llamándome para pedir dinero.

—¡Por supuesto!

—Me pidió que le contratara al mejor abogado penalista de la ciudad, pero yo... Lo siento, no puedo defenderla cuando trató de matar a nuestro padre y a Blair. Así que le dije que aceptara el abogado de oficio que le da el gobierno, porque no voy a mover nada de nuestro dinero para ayudarla a evitar la cárcel.

Nate asintió con frustración, pero eso solo conseguía darle la razón en lo que estaba pensando: que Sienna y Paloma tenían en el bolsillo a alguien más.

—Voy a hablar con Ranger, trataremos de averiguar quién está respaldándola —aseguró Nate, pero no tenía ni idea de que la respuesta estaría mucho más cerca y más pronto de lo que esperaba.

Por desgracia Matt se había ido hacía solo unos segundos cuando su teléfono comenzó a sonar, de lo contrario hubiera visto el gesto incómodo de su hermano al recibir aquella llamada de Sienna. El primer instinto de Nate fue rechazarla, pero sabía que cualquier información que pudiera sacar de aquella arpía valía la pena el mal rato.

— No te bastó con que mi mujer te pusiera en tu lugar ayer? —fue su saludo sarcástico y crudo—. ¿Para qué llamas? ¿Quieres otra dosis de desprecio?

—No, cariño, la verdad es que te llamo por un asunto mucho más importante y más urgente que los berrinchitos de tu mujer —replicó Sienna con desgana—. Estoy en una situación un poco complicada ahora y necesito dinero.

Nate frunció el ceño porque, de todas las posibilidades y las opciones de donde Sienna podía sacar dinero, lo último que había imaginado era que se lo pidiera él directamente.

—¿Es una puta broma? —gruñó con rabia—. Sé muy bien la situación delicada en la que estás metida. ¡¿Crees que voy a darte el dinero para que le pagues a un abogado que pueda quitarle su hijo a mi hermano?!

—Pues fíjate que sí, eso es exactamente lo que estoy esperando —sonrió Sienna con un tono sarcástico que le erizó a Nate cada vello del cuerpo—. Es más, estoy completamente segura de que no solo pagarás por ese abogado, sino que me darás todo el dinero que yo necesite porque, te guste o no, te tengo en mis manos.

Nate frunció el ceño con incredulidad; pero teniendo en cuenta que la mujer con la que estaba hablando era capaz hasta de las peores maquinaciones, prefirió seguirle el juego.

—¡No me digas! Esa es mucha confianza de tu parte, pero me parece que si no tienes algo más grande y serio que un bebé muerto, entonces no tienes absolutamente nada; porque te recuerdo que con esa culpa ya me cargaste durante seis años y aun así no lograste nada de mí. ¿O ya olvidaste lo que sucedió cuando tratase de manipularme con eso?

Sentada en su auto, Sienna pasó saliva y se llevó la mano inconscientemente a la garganta. Sí, lo recordaba muy bien.

Esos primeros días después de que ella y Nate salieran del hospital, él estaba sin sombra y se negaba a verla, y la primera vez que ella había tratado de culparlo y hacerlo sentir mal por la muerte de su bebé, él había perdido completamente el norte y no solo la había amenazado con matarla a ella también, sino que, en cierto momento, la había asfixiado con sus propias manos hasta que Sienna había salido corriendo despavorida. Y el susto le había durado lo suficiente como para no volver a molestarlo durante años.

—Sí, recuerdo muy bien lo que pasó, pero esta vez es diferente. O haces lo que yo quiero o te garantizo que no habrá medida para tu maldito sufrimiento, Nate. Ve a tu oficina en Houston y ahí vas a descubrir por qué tu única opción es obedecerme.

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