Ni uno solo de los teléfonos que había en su oficina, ni una sola de las extensiones dejaban de sonar y Nate quería que la tierra se abriera bajo sus pies y se lo tragara.
Aquel probablemente se convertiría en el peor día en la historia de la compañía familiar, sin embargo, cuando su asistente entró en medio de aquel caos, la mujer solo se encogió de hombros con una sonrisa.
—Maggie, ¿ya te volviste loca o ya tienes trabajo en otra empresa? —le preguntó Ranger viéndola tan contenta.
—¡Es que son buenas llamadas! —exclamó la asistente—. Estamos recibiendo decenas de solicitudes para entrevistas en radio y televisión, pero además no han parado de llamar nuevos inversores para la compañía.
—¡¿En serio?! —Nate se echó adelante en el asiento con una expresión de incredulidad.
—Así es, yo no sé mucho sobre estas cosas pero creo que deberían revisar las finanzas esas o algo así.
Ranger le hizo un gesto apresurándolo y Nate de inmediato se metió en la bolsa de valores para ver qué estaba pasando en aquel mismo momento con las acciones de la compañía, y para su sorpresa se las encontró cotizando por las nubes, habían subido su valor en un diecisiete por ciento solo en cuestión de unas horas y literalmente habían ganado millones.
—¡Ah por cierto, los socios están llegando! —añadió Maggie—. Se están reuniendo todos en la sala de juntas y pidieron verlo.
Nate asintió ajustándose la corbata y caminó hacia esa sala seguido de Ranger.
No sabía lo que le esperaba, pero definitivamente no eran aquellos abrazos y felicitaciones.
—Después de todo eres hijo de tu padre, solo ustedes podían haber tomado una decisión así —le dijo uno de los socios—. Pero te soy honesto, es una suerte que no haya sido malinterpretado. Ese vídeo fue nuestra salvación contra todas esas protestas de los ambientalistas. ¡Fue muy inteligente de tu parte grabarlo!
Nate sonrió con un gesto de confianza que era solo la apariencia, porque cuando todos los socios se fueron, él se giró hacia Ranger y lo increpó.
—¿Fuiste tú? ¿Eso del vídeo lo hiciste tú?
—No, te juro que no —respondió su amigo.
—¿Y entonces quién? Por el ángulo es claro que ese celular estaba dentro de tu camioneta.
—¡Pues sí pero ahí no había nadie más, solo nosotros y...!
Por un segundo se miraron y dijeron el mismo nombre.
—¡Blair!
—¡Blair!
Tenía que haber sido ella, por eso había insistido tanto en que le explicara su decisión de sacrificar a los animales.
Durante todo el día Nate se quedó resolviendo el asunto de los nuevos inversionistas de la empresa y dando breves entrevistas para zanjar la noticia.
Y en la noche, cuando llegó a casa, ya era lo suficientemente tarde como para que el silencio fuera absoluto. Se dio un baño y como no quería dejar aquello para después, tocó un par de veces en la habitación de Blair y ella abrió la puerta con un gesto preocupado.
—¿Puedo pasar? —preguntó él y la muchacha se hizo a un lado.
—Por supuesto, es tu casa.
Nate caminó hasta el centro de la habitación y se metió las manos en los bolsillos del pijama.
—Escucha, sé que tú liberaste ese vídeo, y eso realmente me salvó de muchos malos momentos hoy. Así que quería darte las gracias.
Blair asintió en silencio mientras llegaba junto a él y Nate miró alrededor.
—¿Nathalie?
—Ya está dormida en su cuarto —murmuró ella y durante un largo segundo se quedaron allí, mirándose, hasta que él salió lo más intempestivamente posible.
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