Resumo de Capítulo 250 – Uma virada em Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! de Internet
Capítulo 250 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate!, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura Arrepentimiento, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
Viviana estaba considerando simplemente tirar todo el contenido de la bolsa cuando, de pronto, David la tomó del brazo y, al instante, estaba sosteniendo su mano.
Sus palmas, anchas y cálidas, envolvían la suya, brindándole de esta manera una sensación de seguridad.
Después de caminar un largo trecho, recordó que quería soltarse. —La mano...
—¡Sigue caminando no pares! —Su tono era urgente, y no soltó su mano, sino que la apretó aún más fuerte.
—¿Qué pasa?
Viviana se puso nerviosa.
Quiso mirar hacia atrás, pero él giró su rostro de vuelta.—No mires. Tranquila nos están siguiendo.
—...
¿Cipriano los estaba siguiendo?
¿Acaso nunca se cansaría? Si ellos no regresaban, ¿él tampoco dormiría esta noche?
Viviana estaba molesta y exhausta por todo esto.
Pero ¿cómo supo que estaban en el lago?
David, con su mano firme en la suya, caminaba con paso seguro y tranquilo a través de un esplendoroso jardín de flores y luego serpenteaba por un bosque de bambú hasta que llegaron por fin a un cruce de tres caminos, donde no continuaron recto, sino que se dirigieron enseguida hacia un gran árbol.
Él entró primero, recargándose cuidadoso en el árbol, y ella tropezó con las raíces entrelazadas en el suelo, cayendo de forma violenta en sus brazos.
Él contuvo la respiración.
Sus manos, por instinto, rodearon su cintura.
Viviana, con una mano aún en la suya y la otra, junto con su cuerpo, presionada contra él, tenía sus labios muy cerca de su delicado cuello.
Sintió una sequedad en la boca.
Tenía ganas... de morderlo.
Su mente se turbó, su corazón latía con impulso y su mano se deslizó de manera discreta hacia arriba, a punto de tocar... cuando de repente se oyeron pasos fuera.
Enseguida, se recuperó y retiró su mano.
Los pasos rondaron un momento alrededor antes de alejarse.
David la llevó detrás del árbol, por otro sendero que regresaba al lago, y subieron a un pequeño bote de paseo que estaba amarrado en la orilla.
El bote, de estructura de madera, estaba rodeado de mosquiteros verdes que, durante el día, quizás estaban recogidos, pero ahora colgaban sueltos, ondeando suavemente con la brisa nocturna.
David sonrió.—Está bien, no estás ebria. Secretaria Viviana tiene la mejor tolerancia al alcohol, seguro que son los fantasmas debajo del bote los que están haciendo ciertas travesuras.
Vio que ella se inclinaba cada vez más sobre la barandilla y, temiendo que de pronto cayera al agua, extendió cuidadoso la mano para atraerla de vuelta.
Viviana estaba apoyada de manera segura, pero al ser jalonada por él, cayó de nuevo en sus fuertes brazos.
Su mejilla se apoyó contra su pecho.
Su corazón, latiendo fuerte y descontrolado, de pronto se desbocó por un momento.
Al levantar la cabeza, su frente rozó su delicado cuello, y sus ojos, nublados y dispersos, se fijaron justo en el lugar que había ansiado toda la noche... De repente, rodeó su cuello con sus brazos, sus labios color cereza se entreabrieron un poco, alzó la cabeza y mordió su nuez de Adán.
El cuerpo de David se tensó enseguida.
Su respiración se tornó caótica.
Esta mujer, que solía ser tan tímida, ¿cómo es que ahora tenía tanta audacia...?
Viviana, con los ojos cerrados, aprovechó enseguida la excusa de no estar sobria para dejar que sus manos se movieran con libertad sobre su cara, su cuerpo... cada vez más audaz.
De repente, sintió que alguien sostenía su nuca.
Al instante, unos labios ardientes se posaron sobre los suyos, y un deseo feroz y poderoso casi la derretía.
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