Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! romance Capítulo 262

Pero el resultado es conveniente si es bueno.

Viviana conversó un rato más con Sandra, sintiéndose feliz tanto por ellos como por ella misma.

Finalmente, podrían cerrar este prolongado y tortuoso dolor.

También pudo desahogarse un poco.

Aunque, al final, ese desahogo fue gracias a David... Él podría atribuirle todo el mérito a Rosita, pero ella no podía hacer con descaro como que no sabía nada.

Se preocupaba demasiado.

De todos modos, se ocuparía de eso después de resolver el asunto con Susana.

...

Saliendo de la casa.

Fueron directo a la estación de policía.

David ya se había reunido con los jefes de policía de Altoviento y Luzdeluna.

Les comunicó los deseos de Sandra.

Ella no entregaría la evidencia a menos que hubiera en su caso justicia absoluta.

También expresó sutilmente su propio pensamiento; para tranquilizarla un poco, guardaría una copia de la evidencia en una agencia relevante y, si aún así surgían problemas, no le importaría llevar el caso a instancias superiores. Entonces no sería tan simple como sacar una o dos ‘manzanas podridas’ de la canasta.

Después de la extensa conversación, ambas partes llegaron a un acuerdo: tan pronto como la evidencia fuera concluyente, arrestarían a Susana de inmediato.

En el hospital.

Pero de pronto mostró una expresión feroz: —Raquel está acabada. Me atacó, voy a cortarle las manos y los pies. Y esa Viviana, esa mala mujer cree que atrapando mi debilidad puede llevarse a Cipriano de regreso, ¡está soñando! Espera y verás, la haré morir de una manera más trágica que Raquel.

—Deja de decir esas estupideces, ¡y no te permito que vuelvas a molestar a Viviana!

La señora Esperanza encontraba a esa mujer muy aterradora.

Le contó a Susana sobre cómo Viviana había sido dejada inconsciente y luego de manera intencional no fue rescatada. Escuchando esto, Susana finalmente sintió que algo no estaba bien: —Al parecer Viviana llegó a Luzdeluna antes para emboscarnos, pero ¿cómo lo supo ella de antemano?

La señora Esperanza pensó en Cipriano, ¿podría ser... que quizás estaban colaborando?

—Madre, ¿qué sabes?

Susana notó que la expresión de Esperanza había cambiado de forma drástica y le preguntó con voz sombría.

La señora Esperanza aún no había respondido cuando la puerta del hospital fue empujada con fuerza.