Com o famoso romance Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! de Internet, que faz os leitores se apaixonarem por cada palavra, mergulhe no capítulo Capítulo 7
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Senha: Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! Capítulo 7
Viviana permaneció en completo silencio.
El apuesto rostro de Cipriano escondía algo inusual bajo su aparente tranquilidad.
El celular seguía sonando, no solo era llamadas sino también invitaciones a videollamadas y, por fin, un bombardeo constante de mensajes, uno tras otro, desenfrenados y arrogantes.
La situación se tornó tensa.
—¿No vas a contestar? —preguntó Viviana con un tono frío y distante.
Solo entonces Cipriano estiró la mano, tomó el celular, y sin mirar siquiera, lo apagó y lo colocó de nuevo en la mesita de noche.
Tocó cuidadoso su frente: —Aún estás un poco caliente, no te preocupes, duerme, yo te cuidaré.
Viviana se recuestó algo impaciente de nuevo y cerró los ojos.
Una hora más tarde, su respiración era uniforme, parecía que se había dormido.
Cipriano tomó el celular de la mesita, lo encendió mientras caminaba hacia el balcón, revisó uno a uno los mensajes y luego realizó una llamada: —¿Te encuentras bien? No temas, tranquila, estaré ahí enseguida...
Hablaba en voz baja, regresó a la habitación, tomó su abrigo y se marchó
Detrás de él, Viviana abrió los ojos en absoluto silencio.
Nunca se había dormido realmente.
En realidad, ella tampoco sabía qué seguía esperando; un hombre que cambiaba de corazón era como una fruta que se estaba pudriendo, solo empeoraría día tras día...
A las cuatro y media de la madrugada.
Cipriano regresó.
Viendo que Viviana aún dormía, suspiró aliviado, tocó su frente, que ya no estaba caliente.
Se levantó y fue al baño a ducharse.
Luego, volvió vestido con una bata de baño, se acostó a su lado y la abrazó por la cintura para dormir.
Después de que él se durmió, Viviana movió con suavidad la mano de su cintura, se sentó en la cama y lo observó dormido. Seguía siendo atractivo como siempre, labios finos y definidos, una garganta muy sensual y unos…
Su mirada se detuvo en una fila de chupones en su cuello.
Sintió como si le hubieran atravesado el pecho.
Y.…
Aquel hombre simpático ya estaba sucio; en ese preciso momento, incluso consideraba la idea de asfixiarlo con una almohada.
...
Cuando Cipriano despertó, Viviana ya estaba levantada.
Al bajar las escaleras, ella, con un delantal puesto, había preparado el desayuno para ellos dos y lo llamó para que se sentará a comer.
—La fiebre acaba de bajar, ¿por qué no duermes un poco más? —él se le acerco intentando tocar su frente, pero Viviana se apartó con mucha habilidad: —Es solo un resfriado menor, no es gran cosa.
Se quitó el delantal y se sentó.
Cipriano observó su mano en el aire, algo avergonzado, pero viendo que ella estaba calmada y ya no estaba enojada, no pensó en nada más.
Se sentó.
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