Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! romance Capítulo 85

—Debí haberles contado antes...

No quería preocuparlos, siempre pensó en decirlo más tarde, pero al final, les hizo saber la verdad de manera impactante, lo cual era una falta de respeto de su parte.

Rosa la consoló: —Ya está hecho, no pienses demasiado en eso, lo importante ahora es el asunto del divorcio, planeo hablar con Cipriano nuevamente hoy.

—Se mudó al piso sobre el mío.

—¿Qué? —Rosa exclamó sorprendida: —No puede ser, él se fue del aeropuerto contigo ayer, él ya eligió a Susana, debería divorciarse de ti rápidamente, ¿qué significa este ir y venir?

—Quién sabe qué piensa, ahora solo espero que él y Susana se queden juntos y no me sigan causando problemas.

Al pensar en ese post de Twitter, Viviana sintió una preocupación creciente... Parecía que Susana y la familia Herrera podrían empezar a causarle problemas.

Era inevitable; en la cena benéfica, ella y la familia Herrera ya se habían creado una enemistad sólida.

...

Mientras tanto.

El muy borracho Cipriano también recibió una llamada de la familia Herrera esa noche, diciéndole que Susana, debido al incidente de Twitter y no poder soportar la humillación, había intentado suicidarse cortándose las venas en casa, y le pedían que fuera verla cuanto antes.

Cipriano estaba conmocionado.

En el camino, revisó Twitter y se sintió muy confundido.

En la casa Guzmán.

El celular de Dolores también estaba saturado de llamadas.

Al ver a las dos mujeres en el video, deseaba de veras que ambas desaparecieran.

El padre de Cipriano, Bruno, había regresado de Estados Unidos donde estaba convaleciente debido a razones de salud, justo después de la cena benéfica.

Se levantó con el pecho apretado y se fue.

Al salir, su celular sonó de nuevo, Dolores estaba muy molesta.

Al ver que era Susana, se asustó y cambió de expresión; a diferencia de Viviana, que siempre le causaba problemas, realmente le tenía miedo a Susana.

Colgó la llamada.

Pronto, un mensaje de voz llegó a su celular: —Tía Dolores, me duele tanto que me odies ahora.

La voz era débil y triste, hubo una pausa de unos segundos, luego una risa siniestra en voz baja: —Por cierto, tía Dolores, descubrí un pequeño secreto tuyo, Hacienda La Rosa Blanca, vaya, nunca imaginé que fueras tan... Ágil, je, je, je.

Dolores se sintió como si una bomba estallara en su cabeza, su rostro palideció.

Caminó rápidamente hacia afuera, mirando a su alrededor para asegurarse de que no había nadie, luego llamó a Susana, con la voz temblorosa: —¿Cómo lo supiste? ¡¿Qué es lo que quieres?!