¡Buenas noches, Señor Ares! romance Capítulo 1464

Después de que el gran Viejo Amo corriera la voz, no tardó en marcharse con Spencer.

Jay giró la cabeza y dijo a los dos niños: "Entren".

Angeline se quedó donde estaba mientras miraba un poco a Jay. Le preguntó: "¿Dónde está Bebé Robbie?".

Jay miró a Bebé Robbie a su lado y una sensación de pánico apareció en sus ojos. "Angeline, Bebé Robbie... regresó".

Angeline tembló y entró en la casa mientras se sentía desanimada como las flores silvestres que eran golpeadas por la nieve.

Bebé Robbie corrió abruptamente hacia adelante y tomó la mano de Angeline. Dijo en un tono algo travieso: "Mami, no te preocupes. Bebé Robbie estará bien".

Su tono era un poco apresurado por temor a que mamá se sintiera herida o triste.

Los pasos de Jay se congelaron en su sitio mientras miraba aturdido a Bebé Robbie.

Este niño había nacido tan positivo como el sol y siempre podía dar calor a la gente.

Angeline miró fijamente a Bebé Robbie, y cuando vislumbró los encantadores ojos color melocotón de Bebé Robbie que veían ligeramente hacia arriba, el corazón de Angeline instantáneamente... se sobresaltó.

¿No era ese su Bebé Robbie?

¿Acaba de llamarla ‘Mamá’?

Angeline no era una tonta. Pronto comprendió que Jenson y Bebé Robbie habían intercambiado sus identidades.

Era como cuando eran niños.

Angeline no sabía si estaba más feliz o preocupada.

Se alegraba de que Bebé Robbie, que había estado viviendo en el mundo exterior donde había sufrido tanto, pudiera por fin volver con ella. Ahora podía disfrutar del calor de su familia.

Lo que le preocupaba ahora era Jenson. Se había colado en la división de inteligencia militar. ¿Sería capaz de escapar de todos los peligros sin problemas?

Jay se adelantó y le dijo a Bebé Robbie: "Entra. Papá tiene algo que decirle a Mamá".

Angeline había experimentado todo tipo de sufrimientos cuando vivía.

Sin embargo, ningún tipo de sufrimiento podía superar el interminable cuidado y preocupación de una madre por su hijo.

Después del desayuno, comenzó a lloviznar bajo el cielo nublado.

El Monte Perla estaba envuelto en nubes, lluvia y niebla. La visión de todo el mundo era borrosa, y el empinado camino se volvía más difícil de recorrer después de mojarse.

Sin embargo, esto no impedía que las chicas del pueblo subieran a la montaña para recoger hierbas medicinales.

Maya era una de ellas.

El jardín de hierbas de su familia era el más lejano, por lo que siempre había caminado sola hacia el último tramo del camino de la montaña.

El jardín de hierbas estaba situado en un terreno sobre un acantilado, y se había excavado una cueva en el acantilado para que pudieran descansar mientras recogían hierbas.