¡Buenas noches, Señor Ares! romance Capítulo 1560

Angeline sacudió la cabeza y dijo en voz baja: “Se lo di a Mamá”.

Jay, “...”.

Su ira se disipó de inmediato.

Angeline solo lo había hecho porque deseaba tanto complacer a su mamá. Sus intenciones también eran meramente por su propio bien.

Él estiró las manos y tiró a la desconcertada Angeline entre sus brazos. Luego, continuó impotente, “Está bien. Ven conmigo a la Villa Momento Fugaz más tarde y lo recuperaremos”.

Angeline pensó en cómo su suegra estaba tan furiosa por la propiedad de las joyas de jade ayer y sintió que a su suegra le importaba si Jaybie la tenía en consideración. Si Jaybie fuera a pedirle que le devolviera el jade, su suegra estaría aún más molesta de que ella estuviera dominando todo el amor de Jaybie.

“Ese conjunto de joyas de jade es más adecuado para Mamá, Jaybie. Dejémosle que lo tenga”. Angeline intentó persuadirlo.

Jay dijo con mucha insistencia: “No. Ese conjunto de joyas de jade tiene un significado muy especial. Es un regalo de amor de mi parte para ti. No se puede dar a otros. Le daré otro regalo a cambio”.

Angeline se agarró el cabello con aire de culpabilidad. “Es mi culpa por no haberte preguntado con anticipación”.

“No te estoy culpando”. ¿Cómo iba a soportar Jay culparla de esto? Lo que hizo Angeline fue por dedicación desinteresada y tolerancia.

Cuando Angeline y Jay salieron del dormitorio, descubrieron que los tres niños se habían ido.

Había notas de los niños sobre la mesa.

Bebé Zetty había escrito: [Papá, mamá, me dirijo a clase. Los amo.]

La nota de Bebé Robbie y Jenson decía: [Mamá y papá, nos dirigimos al hospital para visitar a las hermanas de la división de inteligencia militar. Los amamos, de Bebé Robbie y Jenson.]

Angeline miró a Jay y sus ojos se veían radiantes con una luz fluida. Estaban rebosantes de colores vibrantes. Ella dijo ingeniosamente: “Jaybie, ¿no dijiste que las hermanas de la división de inteligencia militar salvaron a Jens y Bebé Robbie? Ellas nos mostraron una enorme cantidad de amabilidad. ¿No deberíamos ir a visitarlas también?”.

Jay masticó su desayuno con gracia y miró gentilmente los ojos centelleantes de Angeline.