¡Buenas noches, Señor Ares! romance Capítulo 162

Ella sonaba indiferente cuando dijo esas palabras, pero esas palabras fueron dichas con los dientes apretados. Nadie notó lo horrible que era su mirada.

Odiaba a Rose Loyle. Si no fuera por Rose, todavía estaría junto a Jay.

Quería que Rose se convirtiera en el objetivo del odio y la envidia de todas. Quería ver cómo Rose se avergonzaría a sí misma cuando el grupo de mujeres locas de amor fuera tras ella.

“¿Rose Loyle? ¿Quién es?”.

Las mujeres se sintieron intensamente resentidas por la repentina aparición de una competidora.

El tema de conversación cambió a Rose Loyle.

Nancy estaba más que feliz de presentarles a la mujer desconocida. “¡Ella es la exesposa del Señor Ares! Ella es la hija de la familia Loyle, pero se rumorea que fue criada en un pueblo en las montañas y sólo regresó a la familia Loyle cuando estaba en la escuela secundaria. No es de extrañar si nunca habían oído hablar de ella antes”.

Algunas de las mujeres mostraron expresiones de desdén. “Oh, ¿criada en un pueblo en las montañas? ¡Entonces eso la convierte en una grosera inculta! ¿Cómo se enamoraría el Señor Ares de una mujer así?”.

Continuó: “No solo Rose Loyle proviene de un pueblo en las montañas, sino que también es una hija nacida fuera del matrimonio. La familia Loyle está a punto de ir a la quiebra. ¡La caída en desgracia de la campesina es inminente, si es que tuvo alguna oportunidad de salir de ella para empezar!”.

“¡Jaja!”.

Las mujeres rieron con aire de suficiencia. No pensaron que Rose representaría una amenaza para sus avances.

Josephine miró impasible al grupo de mujeres. Ella no quería oírlas hablar mal de Rose. “Mi hermano está aquí”, dijo, su voz tan esquiva como un fantasma.

Las mujeres dejaron de hablar inmediatamente y luego corrieron hacia la entrada.

Josephine vio a las mujeres alejarse, luego negó con la cabeza y suspiró. “Puede que Rose sea una campesina, pero es cien veces mejor que ustedes, mujeres materialistas”.

Mientras tanto, el Rolls Royce de Jay se detuvo frente a la entrada principal del Club Gran Asia. Un sirviente abrió la puerta y lo saludó con una reverencia.