¡Buenas noches, Señor Ares! romance Capítulo 2094

Cole miró a Jay, que exudaba un aura real y movió la boca. “No quiero pasar el rato con él. Él es un bocón".

La mandíbula de Jay cayó. "Obviamente no quieres ir porque no eres tan bueno como yo".

Cole se enojó. “¿No soy tan bueno como tú? ¿En qué más eres bueno además de ser locuaz?".

Jay sonrió con orgullo. "Soy mejor que tú en todo".

Uno nunca debía competir con Jay frente a Angeline.

Angeline los persuadió y dijo: “Dejen de discutir. Este no es el momento de discutir. ¿Vas o no, Cole? Si vas, al menos despídete de la Hermana Shirley y a Dawn".

Tan pronto ella mencionó el nombre de Dawn, el Gran Viejo Amo Yorks se enfureció.

Dawn tenía ahora cuatro años, pero la relación de Cole y Shirley todavía era tibia. Al igual que el síndrome de la rana hirviendo, ambos tenían la misma mentalidad de permitir que la naturaleza siguiera su curso.

El Gran Viejo Amo Yorks estaba ansioso. Temía que Dawn ni siquiera reconociera a su padre biológico el día de su muerte. Si eso sucediera, a la familia Yorks no le quedarían más descendientes.

El Gran Viejo Amo Yorks dijo malhumorado: “De todos modos, no son familia. No es necesario que se despidan".

Todo el mundo podía darse cuenta de que Gran Viejo Amo Yorks estaba enojado.

Cole dijo: “Bien. Entonces no los veré".

El Gran Viejo Amo Yorks se enfureció. "Tú... eres una decepción".

Al darse cuenta de lo ferozmente que discutían tanto el abuelo como el nieto, Angeline rápidamente cambió de tema. "¿Dónde está la Tía Crystal?".

Cole dejó a un lado su mal genio y le respondió a Angeline con un tono mucho más suave.

"Tía Crystal". Angeline se sentó a los pies de la cama y la miró angustiada.

La Señora Yorks dejó escapar una sonrisa irónica cuando vio a Angeline. "Me gusta cuando me llamas Tía Crystal, Angeline".

Había un sentimiento amargo en el corazón de Angeline. Ella sabía que la Tía Crystal nunca perdonaría al Tío Spencer.

La Señora Yorks suspiró y dijo: “Lo lamento. No debí volver".

Angeline la tomó de la mano y lloró. "Me equivoqué. No debí persuadirte".

“No tienes la culpa. Fue Spencer. Fue el destino". La Señora Yorks miró hacia arriba, sus ojos ya estaban llenos de lágrimas.

“Pensé que siempre era diferente. Pero al final, me di cuenta de que Sandra también es diferente a él. Él enterró a Sandra en el salón parroquial de los Yorks y registró su nombre en el registro genealógico de los Yorks. Así como así, ya no hay futuro entre él y yo”.