¡Buenas noches, Señor Ares! romance Capítulo 2215

El anciano sacudió la cabeza. “Ella es tan hermosa, tan hermosa que nadie puede soportar poner una mano sobre ella. Si puedo volver a ser joven, definitivamente la haré caer en mis manos".

La mujer estaba sonriendo. “Tus sentimientos por ella son sinceros y esto se considera una bendición para ella. Si ella no te hubiera caído bien, ella no hubiera sido capaz de quedarse aquí ilesa".

El anciano asintió y dijo: “Pero el momento acordado llegará tarde o temprano. Ella dejará este lugar pronto".

La mujer respondió: "Entonces tienes que encontrar la manera de mantenerla aquí".

"¿Sabes de una manera?", le preguntó el anciano.

"Podemos retener al Señor Ares aquí y convertirlo en nuestro rehén. Escuché que Rozette es una hija filial, por lo que ella debe estar reacia a abandonar a su padre aquí y marcharse sola".

"No se puede encarcelar al Señor Ares tanto tiempo". El anciano suspiró con pesar y dijo: “Hay demasiadas personas capaces a su alrededor que están listas para venir a rescatarlo. Mientras él esté aquí, no podré dormir bien".

"Entonces, ¿por qué nosotros simplemente no...?". La mujer hizo un movimiento brusco.

El anciano la miró débilmente, sus ojos se llenaron de un brillo maligno y feroz. “¿Hacerlo de una vez por todas? Esa es una buena sugerencia. Te dejaré este asunto a ti".

En el laboratorio.

Después de que Bebé Zetty obtuvo la muestra de sangre de Zayne, ella comenzó a investigar el antídoto para el veneno sin detenerse.

Sin embargo, ella no sabía que el fósil viviente había estado monitoreando el laboratorio hace mucho tiempo. Cada uno de sus movimientos estaba siendo observado por los ojos del fósil viviente.

Después de que Rozette desarrolló las píldoras antídoto unos días después, ella se las entregó personalmente a Jake.

Sin embargo, después de que Jake consiguiera las píldoras de antídoto, Nephele lo detuvo cuando se dirigía a ver a Jenson.

“Jake, dame el antídoto”, ordenó Nephele con frialdad.

Jake se aferró al cinturón y comenzó a negarlo. “¿Qué antídoto? No tengo ningún antídoto conmigo. No entiendo lo que intentas decirme, Tía Nephele”.

Nephele inmediatamente se lanzó hacia adelante y se quitó el cinturón, haciendo que todas las píldoras se esparcieran por el suelo.