¡Buenas noches, Señor Ares! romance Capítulo 2479

Prajna se quedó callada, pero sus ojos que miraban a Jay eran tan afilados como una espada que pudiera atravesar una placa de acero. Era como si pudiera ver a través de las mentiras de Jay.

El Señor Ares tampoco se sentía culpable. Su apuesto rostro revelaba un rastro de él subestimando tranquilamente al enemigo.

“Señor Ares, mi Maestro Inmortal es un gran adivino. Será mejor que no lo engañes, ya que tiene mal carácter. Si tratas de engañarlo, te disciplinará. Siempre has sido indiferente, Señor Ares. Me temo que no querrás avergonzarte delante de todos”, dijo Prajna.

Las oscuras pupilas de Jay brillaron con una tenue luz fría, y la mirada de sus ojos parecía insoportablemente arrogante.

“¿Quieres disciplinarme?”. ‘Eso no va a ser fácil’, pensó Jay.

Miró ligeramente al sacerdote de túnica blanca y dijo: “Ustedes afirman que son sacerdotes inmortales, pero ¿cómo sé que son del tipo ortodoxo? ¿Y si solo son unos practicantes corruptos que imitan a los auténticos?”.

El rostro del sacerdote de túnica blanca mostró un sutil disgusto. Sus ojos contenían una mirada de advertencia mientras preguntaba: “¿De verdad no conoce la ubicación de la tumba, Señor Ares?”.

Jay dijo complacido: “No lo sé”.

Sin embargo, tan pronto como dijo esto, notó que ya no podía controlar su laringe. Jay intentó hablar de nuevo, pero no salía ningún sonido.

Él se dio cuenta de repente. Había sido silenciado por este malvado sacerdote. En lugar de enojarse, sonrió. Sus hermosos ojos de flor de melocotón mostraban desprecio por el enemigo. Jay pensó que podrían utilizar medios más ingeniosos para hacerlo sentir avergonzado, pero resultó que su voz fue simplemente silenciada.

Angeline se sentía angustiada por Jay y siguió llamando en voz baja: “Jaybie”.

Jay le dedicó una sonrisa tranquilizante. Angeline pudo ver cómo pronunciaba las palabras: ‘No te preocupes. Estoy bien’.

Angeline le gritó con fuerza al sacerdote de blanco: “¡Deja en paz a mi esposo! ¡Estás siendo muy poco razonable!”.

Los ojos del sacerdote de blanco se posaron en el rostro de Angeline y la miró de arriba abajo. Por alguna razón, Angeline sintió una sensación de asco.

Sin embargo, una imagen se formó dentro de su mente. Le parecía haber visto a este hombre en algún lugar antes.

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