Resumo de Capítulo 337 – ¡Buenas noches, Señor Ares! por Internet
Em Capítulo 337, um capítulo marcante do aclamado romance de Romance ¡Buenas noches, Señor Ares!, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de ¡Buenas noches, Señor Ares!.
"¿Por qué?".
"¿Por qué qué?".
"¿No dijiste que no volverías a abandonar a los niños?", Jay la miró fijamente.
Rose desvió la mirada, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
"Mírame". El tono de Jay exigía obediencia.
Rose no tuvo más remedio que obedecer.
"Puedo pasar por alto cualquier error que cometas, pero no te atrevas a abandonar a tus hijos". Jay cerró los ojos, reprimiendo al máximo sus emociones.
Rose soltó: "No los abandonaré". Lo dijo con convicción.
Los ojos de Jay se abrieron de golpe para revelar una mirada ardiente. Sus ojos agudos se clavaron en la expresión seria de Rose.
"Pero ya los has abandonado, ¿no?", dijo él con frialdad.
Los labios de Rose se movieron para contraatacar, aunque al final guardó silencio.
En su mente afloraron recuerdos de Zayne. Era muy vanidoso, pero se desprendió de su valioso estatus para iniciar su negocio. Recordó la soledad en los ojos de su madre y la desesperación impotente en los ojos de su padre cuando su madrastra se burlaba de él. Este era el mismo hombre que una vez había sacudido Ciudad Golondrina con su grandeza. Por último, recordó a su abuelo, el que más la quería, postrado en un hospital de mala muerte porque no tenían dinero para un tratamiento mejor...
Todo esto era culpa suya.
No tenía derecho a vivir para sí misma.
¡Ella haría resurgir a la familia Severe a toda costa!
No tenía más remedio que dedicarse al mundo de los negocios, mezclarse con miembros de todo tipo de familias de renombre, si quería tener éxito en tan difícil misión.
Solo con él se despreocuparía de sus hijos.
Cuando recuperara su honor, se enfrentaría a él en los tribunales por la custodia de sus hijos.
"¿Por qué no hablas?".
Jay la miró fijamente. Era obvio que ella tenía muchas cosas en la cabeza a juzgar por cómo cambiaban sus ojos.
Rose le devolvió la mirada con un sutil brillo en los ojos. "Llegará un día, Señor Ares, en que recuperaré a mis hijos".
Una mueca de desprecio se asomó a las esquinas de los ojos de Jay. "¿Me estás provocando?".
Rose estaba enfadada. Bruscamente, rugió con frustración: "También me casaré con un hombre lo suficientemente grande como para hacerte competencia...".
La afirmación encendió la ira de Jay en su pecho.
Su agarre en la muñeca de Rose se apretó, el dolor amenazaba con hacerle derramar lágrimas de sus ojos.
"Ay, ay. Suéltame".
El tono de Jay se volvió amenazante. "¿Con quién quieres casarte?".
"¿Por qué te importa? Todo lo que necesitas saber es que va a ser más gentil, más caballeroso y más guapo que tú...".
"¿Sean Bell?". Jay sintió que se volvía loco ante la idea de que ella lo dejara por Sean Bell.
A Rose se le había ocurrido de la nada.
Al ver que la mención de Sean Bell lo tenía enloquecido, cayó en la cuenta de que no había ningún otro hombre en la Capital Imperial que pudiera competir con Jay Ares. Sean Bell y los de su calaña no estaban al nivel de Jay Ares.
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