¡Buenas noches, Señor Ares! romance Capítulo 887

En la oscuridad de la noche.

Sobre la tierra tranquila, una sombra oscura se acercaba inquietantemente hacia el Chalet de Turmalina.

En lo alto de la torre del Chalet de Turmalina, los guardias observaron la forma de la niebla negra flotante desde la distancia. Un indicio de duda llenó sus ojos.

“Que extraño, ¿por qué hay una niebla tan grande?”. Justo después de que murmuraran esto para sí mismos, desde muy lejos llegó una bala que alcanzó a un hombre en su aurícula izquierda. Ni siquiera tuvo tiempo de hacer un sonido antes de caer al suelo.

Casi al mismo tiempo, los guardias de las otras torres del Chalet de Turmalina cayeron silenciosamente en un charco de sangre.

La parpadeante sombra oscura de repente se estrelló contra la propiedad con una fuerza atronadora como si fuera un automóvil deportivo con más caballos de fuerza.

Harper Ares acababa de regresar al Chalet de Turmalina con una gentil y elegante celebridad de Internet en sus brazos en medio de la noche. Sin embargo, lo que apareció en su campo de visión fue un impactante mar de sangre.

“¡Ah!”. La mujer soltó un grito trágico antes de huir con la cabeza entre los brazos.

Harper estaba tan asustado que inmediatamente perdió el conocimiento.

Un hombre vestido con un traje enterizo negro, una capa con capucha y una máscara de fantasma salió con su arma. Apuntó con el cañón a Harper y disparó. Harper cayó instantáneamente en el charco de sangre.

Un helicóptero sobrevoló y dejó caer una escalera. El hombre de la capa negra era como un murciélago, subió rápidamente al helicóptero antes de que la escalera se retrajera rápidamente. Como una bala, el helicóptero se lanzó al cielo infinito.

Desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

En la torre del Chalet de Turmalina había un garabato con sangre: ¡M13!

Llegó el amanecer, expulsando la oscuridad.

Cuando los Amos y sirvientes de la familia Ares abrieron la puerta, vieron al Chalet de Turmalina con cadáveres esparcidos al azar y sangre fluyendo como ríos, lo que los asustó uno a uno mientras corrían con la cabeza entre las manos.