Caiga como caiga, Yuria estaba condenada; si el nudo del lazo se soltaba mal o la cuerda se quemaba, se estrellaba contra el suelo; si no, se quedaba colgando.
Renán estaba desesperado gritando: "¡¿Qué hacen ustedes, policías?! ¡Pónganse las pilas y hagan algo ya! ¡Dijeron que iban a garantizar su seguridad!".
No pude evitar soltar una risita, ahora sí se preocupaba.
"Ya te habrás dado cuenta que el asesino es muy astuto. Somos policías, no magos, dame un respiro", Lucas estaba harto del barullo de Renán, fruncía el ceño, mirando las cuerdas, incluso ya sudaba de la angustia.
"Este tipo es un diablo, si mueven la vela o la apagan, se pierde el calor, cambia la dirección del aire, y las bolitas de acero caen, como fichas de dominó derrumbándose. La navaja caerá igual, la cuerda se rompe y Yuria muere".
Si quitaban una bolita antes de tiempo, se desbalanceaba el peso. Yuria estaba colgada, sin atreverse a mover ni un músculo.
"Renán, ayúdame, tengo miedo", Yuria lloraba desconsoladamente llamándolo.
"Te convendría no gritar tanto, estas cuerdas y trampas son como un nivel de precisión. Sigue gritando y todo será más rápido", le advertí a Yuria con el ceño fruncido.
Yuria, roja como tomate, contuvo el llanto, ya no se atrevía a alzar la voz. Viéndola colgando, no sé por qué, pero sentí un placer inexplicable. Lo admito, tenía mis malas intenciones, no quería salvarla, sabía que Kent podía hacerlo, pero egoístamente no quería que lo hiciera.
Lucas miró a Nacho y a los demás policías: "Cualquier movimiento es un riesgo, ¿cuándo llega el rescate?".
Habían pedido una grúa para subir y salvarla.
"Pero la grúa tardará en llegar, aquí es una zona en construcción, mínimo veinte minutos".
Veinte minutos eran demasiado para Yuria.
"¿Cómo que veinte minutos? ¡Para entonces ya se habrá roto la cuerda!", Renán seguía perdiendo los estribos con la policía. Se volvió hacia Kent y le dijo: "¿Fuiste tú? ¿Nos trajiste aquí a propósito? ¡Eres el asesino, seguro eres tú!".
"Te aseguro que no aguanta mucho más", Lucas fruncía el ceño.
"Parece que Yuria no es tan importante para ti, ¿eh?", dije con sarcasmo, disfrutando de tener algo con qué hacer enojar a Renán.
"Kent, ¿tienes alguna manera de salvarla?", Nacho estaba desesperado, también mirándolo ansioso.
Kent guardó silencio, y yo sabía que, si yo no decía nada, él no iba a actuar.
"¿Qué se necesita para que te dignes a salvarla?", finalmente, Renán, con los dientes apretados, se dignó a hablar.
Kent se enderezó, con voz grave dijo: "Si tú mueres, yo la salvo. Tienes tres minutos para pensarlo".

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