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¡Canalla! ¿Satisfecho con mi muerte? romance Capítulo 165

En aquel instante, todos se quedaron congelados, claramente asustados y sin saber qué esperar de Osvaldo, el silencio invadió la sala de estar. Pero esa calma solo duró unos segundos antes de que el caos volviera a estallar.

"Eres un loco, ¿qué estás diciendo?", el yerno de la abuela intentó atacarlo.

"La familia Linares no tiene por qué mantenerlos a ustedes, acostumbrados a comer carne sin agradecer nada, ahora vienen a armar lío, ¡ni los muros tienen la cara tan dura como ustedes!", me adelanté para protegerlo.

El hombre, fuera de control, intentó empujarme. Pero, Kent extendió su brazo, me protegió en su pecho y de una patada alejó al hombre: "¡No la toques!".

La furia de Kent era demasiado intensa, y miró con frialdad al hombre que había caído al suelo: "Si quieres morir, te puedo complacer".

Kent agarró un palo de golf que estaba cerca y lo lanzó hacia el hombre.

"¡Ah!", el hombre se encogió del susto, casi se hizo pipi. "¡Loco, está loco, mamá, se ha vuelto loco! ¡Quiere matarme!".

El palo de golf de Kent no llegó a tocarlo. Él me miró, había una lucha en su mirada, quizás, si yo no hubiera estado allí, ese palo ya habría caído sobre él. ¿Tenía miedo de que la sangre me asustara? ¿O de que yo le temiera a él después?

La abuela también tenía miedo y apuntó a Kent con el dedo: "Tú, tú estás loco".

Kent soltó una risa fría, empujó a la abuela con el palo de golf y la mandó de vuelta al sofá, la anciana casi sufrió un ataque al corazón del susto. De repente, él golpeó con fuerza una mampara de cristal y ésta se hizo añicos.

Con el arranque de Kent, todos palidecieron de miedo y quisieron huir.

"No se vayan, ¿no querían vivir aquí?", Kent sonreía, pero su sonrisa realmente asustaba. Destrozaba todo a su alrededor, prefería romperlo antes que dejar que se lo llevaran.

Mi boca se torció en una mueca, ¿quién debería tener miedo? Si hasta yo me había asustado.

"Señora, estos miembros secundarios de la familia Linares siempre han disfrutado de la generosidad de la familia. Cuando Felipe estaba vivo, cada mes recibían una ayuda económica que variaba entre cien mil y quinientos mil pesos, pero lamentablemente estas personas no saben ser agradecidas, por lo que el joven amo cortó su ayuda con todo el derecho", me explicó el asistente en defensa de Kent.

Yo solo asentí con la cabeza: "En efecto, no deberían recibir nada, es gente que no sabe de vergüenza".

El asistente asintió.

"Pero, después de todo, estas personas son parte de la familia Linares. Si se vuelven y apoyan a Braulio, ¿qué hacemos eh?", levanté la mirada hacia el asistente.

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