"¿En serio?, no ensucies el camino de su reencarnación, carajo", Helda dijo débilmente, luchando por ponerse de pie. "Renán, te vas a arrepentir, cuando veas la verdadera cara de la mujer que tienes en tus brazos".
Yo estaba detrás de Helda, con la voz ronca empecé a hablar: "Renán, los que traicionan a los que les han dado su corazón, se van a tragar mil agujas".
Renán, evitando el contacto visual, desvió la mirada: "La verdad se sabrá en la boda, pasado mañana lo entenderán todos", aún creía que no había muerto.
Al salir de la comisaría, él soltó la mano de Yuria, su figura se veía desolada.
"Renán...", al verlo así, Yuria lo apoyó, temiendo que se golpeara contra la puerta de metal.
Renán la tranquilizó con un gesto de su mano: "No es nada, tranquila".
"Renán, ¿piensas que podría ser posible que algo le haya pasado a Nayra?", Yuria le preguntó con voz baja, casi tanteando.
No sé por qué los seguí, tal vez era el deseo de verlos hechos pedazos.
"¡Imposible!", Renán perdió el control de repente, gritándole a Yuria. "¡Ella no va a morir!".
Yuria se asustó y palideció. Él, dándose cuenta, se llevó una mano a la frente: "Lo siento; Yuria, vuelve a casa, tengo cosas que resolver".
"Renán, ella está en tu corazón, ¿verdad?", Yuria le preguntó con los ojos húmedos.
"Renán, aclara las cosas". Viendo que él se marchaba, Yuria lo siguió llorando. "Dijiste que solo veías a Nayra como una hermana, ¿qué es lo que te asusta? Si ella muriera, ¿no sería mejor? Así no nos molestaría más".
Él se detuvo bruscamente, se giró y la miró con el ceño fruncido: "¡Ella no va a morir! En nuestra boda, pasado mañana, seguro que aparecerá, estoy seguro".
"¿Y si no lo hace?", Yuria le preguntó con un hilo de voz.
"No, ella vendrá", Renán parecía estar obsesionado, repitiendo que yo aparecería.
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