Estuve encerrada en la mansión de la familia Linares por unos trece días, mi cabeza no paraba de darme vueltas, pensando en los motivos, los métodos y todas las posibilidades que podría tener el asesino.
De lo que pude escuchar vagamente de los sirvientes de los Linares, el caso del asesinato ya estaba cerrado, Kent se había entregado, pero debido a problemas mentales, la familia Linares lo había sacado bajo fianza y estaba confinado en casa.
Estaba segura de que Kent no era el único involucrado, alguien más había acabado conmigo.
Podía apostar que Kent y el que me mató tenían alguna conexión.
Pero después de tantos días, no había visto nada sospechoso en Kent.
Probablemente porque era tan bueno fingiendo que no hacía más que mirarme aturdido todos los días.
...
Dibujaba en un papel, analizando los motivos del asesino y todos los lugares sospechosos que recordaba.
Tenía que atrapar al culpable, o al menos ayudar a Lucas a hacerlo.
Si el objetivo del asesino eran las niñas que fueron adoptadas del orfanato, entonces de esas niñas de vestidos rojos que sobrevivieron, solo quedaba Yuria.
La nana vino a tocar la puerta y me dijo "Srta. Galindo, el señor quiere verla".
Esa mañana, le había entregado a la nana la prueba de embarazo con dos rayitas, seguro que Federico quería hablar de eso.
Kent tenía razón, si estaba embarazada, podría salir.
Me dieron ropa limpia para cambiarme y me esperaban fuera.
Cuando me fui, Kent no dijo nada.
"Tú..." Me detuve en la puerta, dándole una última mirada.
Mejor no, hasta que no sepa toda la verdad, es más seguro que Kent siga encerrado en la mansión Linares; no vaya a ser que salga y...
Jamás pude confiar del todo en él.
"Te buscaré", alcancé a escuchar que Kent decía que vendría por mí.
Cuando me volteé, la nana ya había cerrado la puerta y echado un montón de candados.
"¿Era necesario?" le pregunté.
"Esa chica Galindo, es toda una bendición", dijo Felipe mirando a Federico. "Una vez que la familia Linares tenga descendencia, tendrás que tratar a ese niño como si fuera de tu propia sangre."
Federico asintió con una sonrisa. "Claro, padre."
Yo me reí por dentro, ¿cómo iba Federico a querer a un hijo que no es suyo?
"Cuida bien de todo, Ainara ahora es una heroína para nosotros", dijo Felipe con una sonrisa.
"Y la familia Galindo..." pregunté, temiendo que otros sospecharan que yo no era Ainara.
La razón por la que Ainara había venido a los Linares era para que ayudaran al Grupo Galindo a superar tiempos difíciles. Si ella no mostraba interés, el viejo zorro de los Linares sospecharía.
Felipe guardó silencio, pero Federico, con un tono nada alegre, soltó la lengua. "Eso no es asunto tuyo, solo espera a que el niño nazca sano y salvo, y la familia Galindo recibirá sus beneficios."
Asentí sin chistar y seguí a la empleada que salía de la habitación.
Ese niño, incluso antes de nacer, era mi salvavidas y la llave de mi venganza.
Acompañada por la empleada y el chofer, llegamos al Hospital de Monte Azur. Al bajarme del carro, me quedé allí en estado de shock durante mucho tiempo.

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