Thalía Kontos.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que la mujer me respondiera.
“De acuerdo, en el restaurante del hotel, a primera hora. Nos veremos allí, ¿Me puedes decir tu nombre para avisar que te esperen?” preguntó.
—Sí, por supuesto, diga que la persona con quien se verá, es Lía Hall —respondí y segundos después corté la llamada.
Esa noche fue la más inquietante de mi vida, y la más larga, la ansiedad no me dejaba en paz. Me encontraba sumergida en un mar de emociones confusas y nerviosismo, por lo que me esperaba al encontrarme con ella.
A pesar de los consejos de mi padre y el amor que me rodeaba, la idea de enfrentar a la mujer que me había dado la vida y, al mismo tiempo, había intentado quitármela, me llenaba de temor y ansiedad.
Finalmente, el sol empezó a asomar por la ventana. Decidí levantarme temprano para prepararme para el encuentro. Me di una ducha rápida, me arreglé con una ropa cómoda, pero elegante, intentando mantener la calma mientras me preparaba para lo que sería una reunión crucial en mi vida.
Por un momento lo dudé, pero finalmente decidí tomar una hoja de papel bond y un lápiz y comencé a escribir una nota, por si algo no salía bien, mi padre pudiera saber dónde iba a estar.
“Papá te escribo esta nota para avisarte que a pesar de tu prohibición, decidí encontrarme con esa mujer en el restaurante del hotel Aman. Discúlpame porque sé que en todo momento has querido protegerme y que no me acerque a ella, siento no hacerte caso, pero yo siento que no podré seguir adelante hasta no obtener de ella respuestas, sé que pensarás que este es el acto más estúpido que he cometido, tal vez tengas razón, pero lo siento absolutamente necesario… te dejo esta nota por si ella decide hacerme daño, aunque ten por seguro que no lo permitiré. Papá, necesito probar que soy una mujer fuerte. Tu hija, quien te ama”.
Traté de mantener mi mente ocupada mientras me dirigía al hotel, en compañía de dos de mi guardaespaldas que me había puesto Zachary.
Mis pensamientos daban vueltas, mi corazón latía con fuerza y mis manos temblaban ligeramente. Quería estar segura de que estaba en un lugar público y seguro para esta conversación tan delicada, porque por supuesto que no confiaba en esa mujer.
Al llegar al restaurante del hotel, me senté en una mesa donde se podía observar y ser observada de todas partes, de hecho había un par de cámaras que enfocaban hacia allí, los guardaespaldas se sentaron cerca, pendiente de mis movimientos.
Respiré profundo, miré el reloj mientras la esperaba, y a medida que el tiempo transcurría, lo observaba constantemente, cada minuto se sentía como una eternidad, pero la mujer se tardaba en aparecer.
El lugar se iba llenando gradualmente con comensales, pero mi atención estaba fija en la puerta, esperando la llegada de la mujer que me había dado la vida. Mis pensamientos se entrelazaban entre la curiosidad y el miedo, preguntándome qué podría decirme y cómo reaccionaría ante ella.
Pasaron unos minutos que se hicieron interminables hasta que, finalmente, la puerta se abrió y apareció la mujer que salvé de caer, vestía de manera elegante y de aspecto tranquilo, parecía serena y distante.
Cuando me vio se sonrió, y caminó con rapidez y con pasos seguros a mi mesa, la recorrí de pies a cabeza, y sonreí con incredulidad, mientras ella se sentaba frente a mí. Su mirada era serena, pero parecía que estaba conteniendo emociones.
—Señora Rosmary.
—Hola, Lía, es un placer volverte a ver —dijo con una voz aparentemente serena y amable, aunque había un rastro de tensión en su tono.
La miré directamente a los ojos, tratando de descifrar sus emociones. Me sentía insegura, pero decidí enfrentar la situación con la mayor calma posible.
—Señora Rosmary, gracias por querer verme —respondí con cortesía, intentando mantener la compostura a pesar de la tormenta de emociones que bullía en mi interior.
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