Tarah Kontos
Después de lo que había pasado con Thalía, tenía muy pocas ganas de salir, pero cuando llamé a Jonathan que le conté lo ocurrido no me dejó cancelar.
“No puedes cancelar, yo postergué mis planes por ti, además, me tomé la atribución de invitar a unos excompañeros”, protestó mi amigo al otro lado de la línea.
—Es que no creo que sea buena idea dejar a Thalía en este momento —respondió.
“Allí está el ama de llaves, puede acompañarla hasta que llegue su padre, además, si te quedas en casa cuando se supone que vas a divorciarte, seguramente el hombre pensará que estás destrozada por él”.
Esas palabras de Jonathan le dieron en toda la torre a mi ego, y a pesar de hace unos minutos estar negada a ir, me encontré aceptando, a que pasara por mí.
Enseguida le avisé al ama de llaves para que estuviera pendiente de Thalía y de Paul.
—No creo que vaya a regresar muy tarde y creo que Alexis debe estar por llegar, le dice que le dejé dicho que se encargue del niño, mientras yo celebro.
—No, señora Tarah, usted quiere que a ese hombre le dé un infarto, no, yo le voy a decir solo que salió y nada más, porque no quiero ser víctima del enojo de mi jefe.
Asentí y me fui a arreglarme para salir, una vez lista, salí a avisarle a Thalía, apenas me vio, me miró con curiosidad.
—¿Vas de… fiesta? ¿Vas… con mi papá? —preguntó y yo negué con la cabeza.
—Voy a ir con mi amigo Jonathan al Club de Los siete pecados, pero no te preocupes, no pienso tardar mucho, apenas estaré unas horas, la señora Sonya se quedará cuidando a tu hermano mientras llega tu padre y así tú puedas descansar —respondí y ella asintió.
—No creo que le guste… que su esposa vaya a un sitio nocturno… con otro hombre —me dijo con un tono de reproche.
—Thalía, Jonathan es solo un amigo. Además, tu padre me pidió el divorcio, no fui yo que lo hice, por si crees que no cumplí con mi palabra, así que es cuestión de días para que me vaya de la casa —pronuncié y esta vez fue ella que negó.
—Mi papá… no va a divorciarse de ti… cuando sepa que te fuiste… a un sitio con alguien más… te va a llegar allá —expresó con seguridad mientras yo me sonreía con incredulidad.
—No creo que lo haga, el interés de tu padre por mí es solo porque Paul es su hijo y quiere mantenerlo cerca —. Señalé convencida.
—Hagamos algo, le diré que te fuiste con un amigo, sin decirle que es Jonathan y le diré el nombre del club y ten poder seguro que allá lo vas a tener —me dijo con seguridad y yo volteé los ojos.
—Entonces díselo —le dije, me despedí de ella y de mi hijo cuando Jonathan me avisó que había llegado a mi casa para recogerme.
Mientras estábamos en el automóvil rumbo al club, Jonathan trató de animarme.
—Tarah, sé qué has pasado por momentos difíciles, pero esta noche será diferente. Necesitas desconectar y disfrutar un poco. Además, tengo una sorpresa para ti.
—¿Cuál sorpresa? —pregunté.
—Si te digo ya no sería sorpresa —me respondió.
Llegamos al club nocturno y enseguida nos fuimos a la pista de baile, después de todo habíamos ido a eso, mientras bailaba con Jonathan, sentí que alguien me tomaba del brazo para segundos después, colocar las manos en mis ojos y hablarme al oído.
Esa voz, por supuesto que la conocía, me giré y lo abracé, mientras sentía una inmensa alegría.
Alexis Kontos
—Perdón, ¿Quién te crees para venir a buscarme como un hombre de las cavernas, a decirme a mí qué debo hacer o no?
Me dijo mientras me miraba con una expresión de diversión en su mirada, como si le causara gracia mis palabras, pero ni siquiera hizo ningún intento de acercarse a mí, en su lugar, se aferró al brazo de su acompañante, quien me miró con desdén, era del mismo alto y contextura que yo, aunque se veía un poco más joven
—Así que este es el imbécil… —comenzó a decir, pero no había terminado de hablar, cuando le lancé un puñetazo que lo hizo perder el equilibrio.
—¡Imbécil serás tú! ¡Esta es mi mujer! Y no dejaré que se exhiba con otro hombre haciéndome ver cornudo… ¡Y tú te vienes conmigo! —expresé tomándola del brazo, la halé hacia mí, la levanté y la subí como un costal de papa.
Pero no había dado dos pasos cuando el hombre me retuvo.
—¡Suéltala!
—¿Y si no quiero? —le respondí con una mirada desafiante.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN