CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 47

Thalía Kontos.

Había pasado un día muy agradable con Zachary, paseamos a mi hermanito en el parque y luego jugamos los tres en el jardín, para finalmente terminar en el interior de la casa.

Lo veía y me parecía mentira, tenía la impresión de estar soñando, no recordaba nunca haber sido tan feliz, y mucho menos que alguien se preocupara por mí de verdad, a excepción de mi padre.

Mucha gente se quedó viéndonos, e incluso nos confundieron con una familia y yo me pregunté ¿Qué se sentiría realmente formar una? Tener un esposo que lo ame a uno y un hijo a quien proteger, sentí un profundo pesar, porque no estaba segura de que algún día lo pudiera lograr.

Zachary se levantó de donde estaba sentado y se quedó viéndome con una expresión de ternura en su rostro que me hizo estremecer y causar un sinfín de sensaciones en mi interior.

Sentía como si cientos de hormiguitas me recorrieran. Repentinamente, lo vi sacando una moneda de su ropa y extenderla hacia mí, fruncí el ceño desconcertada, porque no entendía que significado tenía todo eso, hasta que habló.

—Un dólar por tus pensamientos.

Yo negué con la cabeza y sonreí ante sus ocurrencias.

—Son solo tonterías mías… creo que no valen… ni un centavo —pronuncié y él sonrió con esa expresión que causaba cosquillas en mi interior.

—Los tuyos son los más valiosos para mí, tantos que hasta pagaría millones por ellos —señaló con voz ronca.

Yo lo miré sonrojada, porque sus palabras habían provocado que mi corazón diera un salto, pero antes de que pudiera debatirlo, ella habló.

—Eres valiosa Thalía, nunca lo olvides, solo debes creértelo.

El día pasó en un abrir y cerrar de ojos, porque cuando eres feliz, sientes que el tiempo corre más deprisa, este día había sido uno de esos raros y preciosos instantes.

Mi hermanito, Zachary, y yo, reímos y disfrutamos de juegos, nosotros, los adultos parecíamos niños, corríamos de un lado a otro persiguiéndonos, jugando a las escondidas, al punto que hicimos que mi hermanito de dos años, nos reprendiera con la mirada.

—¡Dios! ¿Cómo una criatura puede ser tan obstinada y odiosa? —dijo Zachary.

—Porque salió a mi padre… además, la madre de la criatura… también es obstinada —repliqué y Zachary, esbozó una sonrisa traviesa.

—Te puedo asegurar que eso no es de familia, yo soy un pan —dijo coqueto, lográndome arrancar una sonrisa sincera, algo que había sido un raro regalo en los últimos tiempos.

Mientras descansábamos en el césped, observé a mi hermano pequeño. Su cabello oscuro se alborotaba con el viento, mientras jugaba con un tubo, sus ojos centelleaban de emoción. Recordé cómo mi padre solía mirarme con esa misma mezcla de amor y ternura cuando era niña. Zachary se levantó de golpe y me miró con una idea brillante en los ojos.

—¡Juguemos a las adivinanzas! —exclamó, emocionado.

—Las adivinanzas, ¿En serio? —reí—. Está bien, adelante, hazme una.

Zachary frunció el ceño, concentrándose en su tarea. Luego, con una sonrisa triunfante, comenzó su adivinanza.

—Tiene hojas, pero no es un libro. Puede ser alto o bajo. Lo encuentras en el bosque. ¿Qué es?

—Esa está… muy fácil —dije, sonriente—. Es un árbol.

Zachary me aplaudió emocionado, haciéndome sonrojar, porque él hacía que cada cosa que yo lograba sintiera que era especial.

—¡Correcto! Ahora es tu turno.

—No creas que… porque me has… colocado una fácil… haré lo mismo contigo —expresé y me quedé pensativa… mientras pensaba… en una adivinanza, un par de minutos… después encontré una —, la tengo ¿Qué cosa es que cuanto más le quitas más grande es?

Zachary se rio y se quedó pensativo, con su dedo índice en la barbilla me daba la impresión de que sabía, pero se hacía el desentendido.

—El dinero no creo, el amor tampoco —trató de adivinar.

—Zachary, ya sé que… lo sabes y solo intentas distraerme… responde, no quiero que me hagas ganar… si no lo logro por mí misma —expresé y él asintió.

—Está bien, no te quería hacer sentir de esa manera… sabes que eres importante para mí, desde el mismo momento en que te vi —pronunció con sinceridad y otra vez mi rostro parecía una fresa de lo colorado.

—Aún no… me respondes —le dije y el sonrió.

—Es el hueco —yo asentí.

Después de varios juegos de adivinanzas y una serie de bromas, nos tumbamos en el césped, agotados, pero felices.

Capítulo 47: Un hombre contemporáneo. 1

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN