Emma Leyton.
Lo que mi tía acababa de decir era tan impactante como perturbador. Sus palabras golpearon mi mente como una ráfaga de viento helado, dejándome atónita.
Jamás habría imaginado escuchar algo así sobre mi madre, una imagen que siempre había sido un faro de amor y bondad en mi vida.
—¡No puedes estar diciendo la verdad! —exclamé, tratando de contener las emociones que se agolpaban en mi pecho.
—¿Crees que tu madre era una santa? Pues lamento decirte que la verdad duele, pequeña Emma. Tu padre idealizó a esa mujer y te mintió sobre quién era en realidad. No era más que una adúltera, traidora, una mujer que destrozó la vida de mi hermano y de todos los hombres que se le acercaban y estoy segura de que tú eres igual —replicó mi tía con frialdad.
La revelación de mi tía Lila desgarró la imagen que tenía de mi madre. Un torbellino de dudas y emociones contradictorias se apoderaron de mí, enfrentándome a la difícil tarea de reconciliar las historias que me contaron con la versión venenosa de mi tía.
Donato se acercó, visiblemente preocupado por la conmoción que estas palabras estaban causando en mí, buscando la manera de apaciguar lo que estaba ocurriendo.
—Emma, no debes prestar atención a sus palabras. Tu madre siempre fue una mujer admirable y amorosa. Nadie puede cambiar eso con mentiras —dijo, tratando de reconfortarme.
Mis pensamientos estaban sumidos en un caos. No sabía a quién creer o qué pensar. ¿Había vivido en una mentira todo este tiempo?
—Tú solo quieres manchar su memoria, Lila. No permitiré que arrastres el nombre de mi madre por el lodo con tus palabras llenas de rencor y veneno —dije con determinación, aunque mi voz temblaba por la confusión que se había apoderado de mí.
Mi tía soltó una risa despectiva, saboreando el impacto de sus palabras en mí.
—Cree lo que quieras, querida sobrina. Tarde o temprano te darás cuenta de la verdad. No soy yo quien la mancha, son los hechos. Ahora, si me disculpas, tengo asuntos que atender. Adiós, querida —dijo con una sonrisa maquiavélica y se alejó.
Me quedé paralizada, tratando de procesar toda esa información. Las palabras de Lila eran como espinas clavándose en mi corazón, llenándome de dudas y preguntas sin respuesta. Mis pies parecían clavados en el suelo, no me respondían.
Maxwell me tomó suavemente del brazo, buscando calmarme en medio de esa tormenta emocional.
—Emma, no le creas, se nota que ella está mintiendo, no le hagas caso, solo quiere herirte —intentó reconfortarme Maxwell, con una mirada llena de comprensión.
—Maxwell tiene razón —dijo Donato—. Tu madre fue una persona increíble, solidaria, amorosa, no dejes que esas palabras te hagan dudar de quién era realmente. Tu madre te amaba profundamente, eso no puede cambiar por lo que alguien más diga.
Aunque el apoyo de ambos era reconfortante, la semilla de la duda ya había sido sembrada en mi mente, y no sabía cómo deshacerme de ella.
—Necesito tiempo para procesar esto, Maxwell. Gracias por estar aquí —musité con voz entrecortada.
Levanté la vista y vi al padre de Maxwell, quien permanecía en silencio, me acerqué a él y me paré al frente, para que me diera una explicación.
—¿Es cierto? ¿Mi madre fue su novia y lo dejó para irse con mi padre cuando tuvo un accidente? —pregunté.
Los ojos del hombre me miraron centelleando de rabia, pero no respondió a mi pregunta, por el contrario, me ignoró y fijó su mirada en Maxwell.
—Nunca te he dicho lo que tienes o no que hacer en tu vida, pero por primera vez, te pido, no, te exijo que te alejes de ella —pronunció con firmeza.
Lo miré desconcertada, sin entender la razón de su reacción. ¿Por qué le estaba pidiendo eso a Maxwell? Su expresión tensa y sus palabras cargadas de urgencia me alarmaron aún más.
—¿Por qué? ¿Qué significa esto? —inquirí, buscando respuestas en su mirada, pero él desvió la vista, negándose a responder.
De hecho, se giró para irse, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo ir, sin darme una explicación, lo tomé del brazo halándolo con fuerza.
—Usted no se va sin darme una explicación ¿Acaso qué cree que puede aparecer aquí y decir todo eso sin darme una explicación? —pregunté, sin dejar de observarlo.
Entretanto, Maxwell lucía consternado, sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y frustración. Se acercó a su padre, intentando interceder.
—Padre, por favor, Emma no tiene la culpa de lo que sea que haya ocurrido en el pasado, aunque si merece una explicación ¿Por qué me estás pidiendo que me aleje de ella? —cuestionó, buscando aclaraciones.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN