Cuando la hizo girar con fuerza, se sorprendió al ver que las lágrimas corrían por sus mejillas. Vivian gritó a todo pulmón:
—¡Suéltame! ¡Mi madre necesita cirugía! ¡Suéltame!
Los ojos de Finnick se oscurecieron, pero no la soltó. En cambio, la abrazó con fuerza y le ordenó:
—¡Vivian, cálmate! No llegarás a tiempo aunque te vayas ahora. Déjame llamar a Noah y llevarte al hospital.
—No... —Vivian rechazó su oferta de ayuda. Sin embargo, vio la rabia que brillaba en sus ojos en el momento en que habló.
—¡Vivian! ¿Cuánto tiempo más vas a seguir así? ¿Quieres que tu madre se recupere? —le gritó. Al momento siguiente, notó la ligera cautela en sus ojos y suavizó su tono—. ¿Has olvidado que soy tu marido? Por favor, déjame ayudarte en momentos como este.
«Por favor, déjame ayudarte en momentos como este».
La agresividad de Vivian se calmó al oír esto mientras le miraba aturdida. Ella no esperaba que un hombre arrogante como él hablara así.
«Quiere ayudar. Incluso dijo “por favor”».
Al ver que Vivian estaba más tranquila, Finnick sacó su teléfono y llamó a Noah.
—¿Hola? Noah, ve al hospital ahora mismo y organiza la operación de la madre de Vivian. Sí, es una emergencia. Además, paga las facturas del hospital.
Mantuvo la mirada en Vivian mientras hablaba. Mientras tanto, Vivian bajó la cabeza como un niño que comete un error. Por fin, optó por dejarle ayudar. Después de la llamada, Finnick le tomó la mano y le dijo:
—Vamos. Te llevaré al hospital.
La condujo fuera de la casa mientras hablaba. Cuando llegaron a la entrada, Vivian recordó algo y se detuvo.
—Finnick, tu silla de ruedas...
«Parece que Vivian todavía se preocupa por mí».
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