Resumo de Capítulo 37 – Capítulo essencial de Cásate conmigo de nuevo por Internet
O capítulo Capítulo 37 é um dos momentos mais intensos da obra Cásate conmigo de nuevo, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Segunda oportunidad, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
La cara de Jenna cambió cuando escuchó la noticia y dirigió su mirada directamente a la pantalla de televisión.
Rayan arqueó sus cejas, miró la televisión y luego volteó a mirar la expresión tensa de Jenna. La mirada de él mostró preocupación, y un rastro de tristeza atravesó sus ojos.
Suspirando, sonrió levemente y le dijo: "Jen, no te preocupes. Hansen resolverá este asunto. Es el director de la Corporación Richards y debemos confiar en él".
¿Cómo resolvería este problema Hansen? Sería una prueba de su sabiduría y honestidad. Los ojos de Rayan brillaban como una estrella.
Quizás después de esta situación, él obtendría la respuesta que quería, y Jenna podría ver con claridad su futuro. Ella sabría si lo que había hecho valió la pena, y debo saber comó elegir cuidadosamente su futuro.
Rayan estaba esperando una oportunidad así, de esa manera todos podrían ver la realidad y conocer sus sentimientos, incluido él mismo.
"Jenna, prométeme", Rayan se sentó en el borde de la cama y le dijo con seriedad: "Si no puedes obtener la respuesta que quieres después de esto, elegirás tu futuro con cuidado. Debes ser muy responsable de ti mismo. ¿Crees que puedes engañar a tu madre por el resto de tu vida? Recuerda, no importa lo que necesites o el tipo de vida que quieras tener, si tú lo decides, yo te proporcionaré todo. Soy un hombre y nunca romperé mi promesa. Tuve mucha suerte de que te cruzarás en mi vida. Te atesoraré y haré cualquier cosa por ti, incluso me casaría contigo".
Las palabras de Rayan eran sinceras. Jenna creía que estaba hablando desde el fondo de su corazón.
Ella sonrió amargamente en su interior. También quería que todo acabara lo antes posible. Deseaba huir y nunca volver a ese lugar donde había sufrido tan cruelmente. Temía que cuanto más tiempo permaneciera allí, estaría menos dispuesta a dejar a Hansen. Eso sería una tortura interminable para ella.
Quizás, después de que pasara todo este asunto, Hansen se casaría con Aria y ella encontraría a su compañero de vida en otro lugar. O tal vez, todo sería como esperaba. Entonces, castigaría al asesino de su padre sin piedad y nadie sería capaz de soportar las consecuencias.
¿Podría ser que Rayan ya hubiera previsto el resultado y por eso le dijo esas palabras?
La mirada de Jenna estaba confusa, como un conejo aterrorizado y solitario se había perdido por la niebla. ¿Qué quiso decir? ¿Acaso el final era tan obvio?
De todos modos, tenía que agradecerle. Le dijo la verdad desde el fondo de su corazón y la había ayudado cuando ella tuvo problemas muy fuertes. Él no era el único que había tenido suerte. Ella consideraba que era muy afortunada de haberlo conocido.
Rayan era inteligente, elegante y educado. Nunca hacía promesas falsas. Para él, las acciones hablaban más que las palabras. Tenía buen corazón y rara vez presumía de sus logros.
Cuando él decía que iba a hacer algo o comenzaba algo nuevo, siempre lo realizaba. Nunca se había retractado de sus palabras.
Ella estaba muy consciente de eso.
Estaba acostada en la cama y la luz de sus ojos era intensa. Ella lo miró con una sonrisa y le agradeció su honestidad.
Rayan comprendió la expresión de sus ojos. La sonrisa le llegó al corazón. Se inclinó y sacó un algodón de azúcar detrás de su espalda. Él sonrió amablemente y le dijo: "Niña boba, no puedo creer que todavía haya gente tan tonta en este mundo. Toma, ten esto".
¿Algodón de azúcar? Los ojos de Jenna brillaron. Aunque ya era una adulta, adoraba el algodón de azúcar, pero no por lo delicioso que sabía. Cuando era pequeña, siempre que salía con su padre, le pedía que le compraba uno. El algodón de azúcar era tan blanco y limpio como las nubes en el cielo. Cuando se lo llevó a la boca, el sabor era dulce y delicioso.
Jenna podía sentir la tensión en el aire. Tenía miedo de que pasara algo entre ellos. Como no podía ponerse de pie, asintió suavemente.
Rayan sonrió con amabilidad y pasó tranquilamente junto a Hansen. Al pasar junto a él, lo saludó cortésmente con la cabeza.
"Hansen, has vuelto". Jenna lo miró. Por la mañana, todavía habían conversados con tranquilidad, por eso ella tomó la iniciativa de hablarle.
Se oyó un sonido estrepitoso cuando Hansen arrojó la delicada canasta al suelo. Su apuesto rostro estaba duro, y su tono era frío y firme. "Muy bien. Resulta que ya has comido. Supongo que ya no los necesitas".
La canasta fue arrojada al suelo y la comida se derramó. Se podía oler la deliciosa comida. Jenna miró al suelo y vio su comida favorita, salmón ahumado con caviar.
Ella no pudo evitar sorprenderse. ¿Cómo podía saber que ese era uno de sus platillos favoritos? ¿Quizás era solo casualidad?
"Hansen, Rayan solo vino a verme. Me lastimé". Los labios de Jenna temblaban mientras trataba de explicar.
"Basta". Hansen se acercó y su rostro estaba tan frío como el hielo, "Sé perfectamente que eres una coqueta. No hay necesidad de explicar nada".
La cara de Jenna se puso pálida al instante, sus labios temblaban junto con su cuerpo.
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