Cásate conmigo de nuevo romance Capítulo 42

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Capítulo 42 de Cásate conmigo de nuevo novel

"Aria, ya es muy tarde ¿qué pasa?". Dijo en un tono tranquilo mientras expresaba su descontento. Estaba sumamente molesto porque la mujer lo fastidiaba todo el día.

"Hansen, no te he visto en varios días. ¿Qué has estado haciendo? Te extraño, quiero verte", ella hizo pucheros y le dijo con voz sexy.

Hansen frunció el entrecejo aún más y bostezó; no podía soportar la voz de Aria, le resultaba molesta y áspera.

"Aria, ya es tarde, ve a dormir, saldremos en unos días." Hansen la calmó a regañadientes.

"Hansen, ¿qué has estado haciendo estos días? Hoy, fui a ver los vestidos de novia con mamá; encontré uno hermoso y perfecto para mí. Hansen, ¿puedes venir? Quisiera que lo vieras ahora". Dijo Aria emocionada y llena de ilusión.

Hansen estaba aturdido, sintió como si le hubieran caído un balde de agua fría en la cabeza. El ardiente deseo que llevaba dentro de su cuerpo se apagó de inmediato, pues Aria había interrumpido su fantasía de manera cruel e inesperada.

En la oscuridad de la noche, el viento frío golpeaba directamente su cuello. Estaba paralizado, su mirada era oscura y profunda. Mientras tanto, Jenna permanecía en la cama, la temperatura empezó a bajar, y ella comenzó a sentir muchísimo frío cuando Hansen se fue. Jenna no quería sentirse así.

Por su parte, Hansen seguía en el balcón hablando por teléfono y bajaba la cabeza como si sintiera culpa o incomodidad por lo que estaba pasando.

A causa de esto, el corazón de Jenna se llenó de amargura porque sabía que fue Aria quien lo llamó.

Jenna sintió que se le revolvía el estómago y tenía náuseas cuando se imaginaba que Hansen hablaba de manera romántica con Aria.

Momentos antes él la estaba complaciendo, y unos segundos después, estaba hablando amablemente con otra mujer. Parecía que estaba diciendo palabras dulces, tratando de complacerla o mentirle.

Esa sensación que le generaba no era nada buena, ¡incluso era repugnante!

La emoción, la excitación y la fantasía de Jenna se rompieron al instante y de repente empezó a sentir un escalofrío recorrer toda su espalda.

Hansen empujó la puerta del balcón y entró; su alta figura trajo una corriente de aire frío, mientras Jenna cerraba los ojos pretendiendo haberse quedado dormida. Hansen dejó su móvil e intentó levantar la manta, pero Jenna no lo dejó. La sujetaban con tanta fuerza que Hansen pudo ver que sus dedos se ponían blancos por la firmeza con que la agarraba.

"¿Qué ocurre?". Le dijo Hansen un poco disgustado. Era evidente que ella estaba resistiéndose.

"Deberías irte", Jenna abrió los ojos y le dijo secamente, "No deberías estar aquí conmigo".

Su actitud y su tono eran frías aún más.

Hansen miró a su rostro fría y delicada, no había un solo rastro de rubor, es más, se veía un poco pálida. Pudo notar una expresión de asco en su rostro.

Un sentimiento de vergüenza e ira se elevó desde el fondo de su corazón, y su rostro estaba enrojecido por la ira. Él era el Sr. Richards, y a pesar de eso, él personalmente la cuidaba. ¿Cómo se atrevía a hacerse la desentendida? Ninguna mujer se hubiera atrevido a rechazarlo de esa manera. Había dejado todo solo para quedarse con ella y aun así, ella le daba la espalda.

"No creas que solo porque me salvaste, puedes hacer lo que quieras; y déjame decirte, solo estoy aquí porque me siento en el deber de acompañarte ahora, no quiero estar en deuda con nadie", Hansen estaba bastante molesto y su voz se escuchaba tensa.

Como se esperaba de ella, él solamente estaba cuidando a ella porque no quería deberle ningún favor. No quería que ella lo molestara. Quería asegurarse de que no tuviera nada que ver con él en el futuro. Cuanto más pensaba en ello, más mal se ponía.

"No es necesario. No me debes nada. He arruinado tu vida amorosa. Ya te lo pagué arriesgando mi vida por ti. Puedes irte. De ahora en adelante, no nos debemos unos a otros nada.". Ella le dijo tan tajante como nunca lo había sido.

De repente, Hansen sintió que la ira se le subía a la cabeza y no pudo reprimirse por más que lo intentara. Lleno de incomodidad, agarró su traje que colgaba de la cabecera de la cama y le dijo: ”Me pediste que te dejara sola, entonces no me culpes por ser cruel".

Salió corriendo y cerró la puerta con fuerza y ésto hizo que el corazón de Jenna se rompiera en pedazos; sentía un dolor desgarrador dentro de sí. Claro, él ya tenía su amor, y no debía obligarlo a quedarse con ella solo porque lo había salvado; no quería quedarse con él a base de manipulaciones.

¡Ella nunca caería tan bajo!

"Hansen, no me amas porque eres ciego descerebrado", se dijo a sí misma. Ella no lo necesitaba; ¡no necesitaba su caridad!

Sus pasos se desvanecieron gradualmente hasta que no lo pudo oír más. Todo lo que quedó fue el vacío y la soledad.

Se fue a buscar a Aria, pero ¿qué hay de ella? En todos esos días anteriores, ella ni le preguntó sobre el paradero de los dos autos; ¿Realmente se olvidó o se abstuvo de preguntar? A veces pensaba que si él realmente había matado a su padre, ¿Realmente podría ser tan cruel para despedazarlo?

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