Castigado por su amor romance Capítulo 1127

Ah, Aino, esa niña era increíblemente encantadora.

Incluso estaba dispuesta a darle todo lo que tenía a su abuela.

Durante toda esa tarde, Sabrina quiso preguntarle muchas cosas a su madre, pero Aino había estado constantemente al lado de la abuela de Aino. No fue sino hasta muy tarde por la noche, que Gloria le contó a Aino una historia tras otra, hasta que Aino se quedó dormida.

Entonces, Sabrina tiró de la mano de su madre, preguntando con curiosidad y angustia: “Mamá, ¿por qué te acercabas constantemente a nosotras? Aunque te llamé a gritos muchas veces en nuestro vecindario, nunca apareciste. ¿Por qué? ¿Sabes lo difícil que fue para mí encontrarte?”.

Al decir esto último, las lágrimas empezaron a caer de los ojos de Sabrina.

Gloria abrazó a su hija.

Después de mucho tiempo, Gloria dijo: “¡Hija mía! Eres la única hija que tengo, así que quería lo mejor para ti”.

Secándose las lágrimas, Gloria habló con la verdad: “Nunca en mi vida me han mirado más de dos veces. Solo ha habido cuatro personas que me han amado en el mundo. Tu abuela, mis padres adoptivos y tu padre. Sin embargo, siempre fueron dejados de lado por aquellos que los conocían”.

“Me han despreciado toda mi vida”.

“Incluso mi propio padre, tu abuelo, me despreciaba”.

“Tu propio padre me despreciaba también”.

“Esperaba que pudieras ser feliz. Cuando vi cuánto te amaba el hombre con el que te casaste, y lo bien que estabas, no quise interferir en tu vida feliz”.

“Sin embargo, no podía soportar dejarte ir por completo”.

“Siempre quise volver a verte. Siempre pensé que, mientras pudieras vivir feliz con tu vida, incluso verte pasar junto a mí me traerá una sensación feliz y dulce. Solo quería ser un mendigo que estuviera a tu lado”.

“Tú eres todo lo que tengo; no deseo nada más”.

“Si no fuera por ese enorme asunto en el que estuviste involucrada que causó que tu propio abuelo y tu padre quisieran matarte, yo no habría entrado en tu vida en absoluto. Yo he estado viviendo muy bien sola. ¡Solo mírame! Soy lo suficientemente fuerte como para vivir donde sea”.

Gloria miró cálidamente a su propia hija.

Las palabras de Sabrina sonaban increíblemente orgullosas.

Hacía mucho tiempo que no comía la comida de su madre.

¿Cuándo fue la última vez?

No se veían desde que ella tenía doce años…

Habían pasado quince años.

Ahora, finalmente, podría volver a probar la cocina de su madre. Esa felicidad y satisfacción llenaron el cuerpo de Sabrina.

Justo cuando Sabrina se sentó y se preparó para comer, sonó su teléfono.

Al levantar el teléfono, Sabrina se sorprendió por un momento y dijo: “¿Qué…?”.