Castigado por su amor romance Capítulo 1171

Todavía tenía que pagarle una compensación a su ex esposa por lo que hizo. Fue sentenciado a ocho meses de prisión, y como tenía que compensarla por aquella situación traumática, tuvo que darle el poco dinero que había ahorrado para su madre y los cinco mil dólares que su madre también había ahorrado durante más de diez años.

En los ocho meses que estuvo cumpliendo la condena, su madre vago fuera de la prisión, viviendo de la caridad de los extraños, en ocasiones pasaba hambre durante días. Después de soportar esa vida durante ocho meses, Noah salió de prisión. Para ese momento, su madre pesaba menos de ochenta libras. Madre e hijo estaban arruinados, sin un solo centavo a sus nombres. Sumado a eso, cuando Noah salió a buscar trabajo, nadie quiso contratarlo. Decían que era un asesino que había causado la muerte de sus dos hijos y un maldito que golpeaba a su esposa. Entonces, después de salir de prisión, Noah y su madre pasaron hambre durante tres días.

Tiempo después, se encontró con su ex esposa. Su esposa discapacitada comenzó a golpearlo en cuanto lo vio, a la vez que lo insultaba. Luego, empezó a llorar y le dijo a los presentes: “Aunque tengo una discapacidad, di a luz a tu hijo y lo crié. Aun así, me golpeaste tan fuerte que perdí algunos de mis dientes”.

Ante sus palabras, todos empezaron a acusarlo. Noah no tuvo más opción que cargar a su madre en su espalda y mudarse a áreas cada vez más lejanas, hasta que llegaron al bosque en lo más recóndito de las montañas. Noah recogió algunas frutas y moras silvestres para que su madre comiera algo en ese momento. Mientras cargaba a su madre en su espalda e intentaba buscar una cueva para pasar la noche, se encontró con la cabaña de piedra.

A él no le importó a quién pertenecía la cabaña, él y su madre se quedaron en ese lugar. Permaneció en la montaña, cortando leña todos los días, cosechando verduras y frutas y cazando animales salvajes para comer. A veces, cazaba un faisán y lo vendía en el pueblo al pie de la montaña por algo de dinero, esto le servía para comprar ropa o sábanas. Ellos tenían una vida muy sencilla.

“¿Irás al norte conmigo? Mi pueblo natal también está en las montañas, allí tengo algunos terrenos”. Noah miró a Jane con gentileza.

Jane asintió. “¡Sí, yo… Me encantaría!”.