Resumo do capítulo Capítulo 121 do livro Castigado por su amor de Internet
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 121, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance Castigado por su amor. Com a escrita envolvente de Internet, esta obra-prima do gênero Romance continua a emocionar e surpreender a cada página.
Sabrina se levantó del suelo y miró a Sebastian con ojos cansados. “Sé que has estado muy ocupado estos días. El estado de la Tía Grace no te permite tener tiempo libre para ocuparte de otros asuntos, pero… ¿no es hora de que discutamos el contrato?”.
Sabrina tragó saliva mientras miraba a Sebastian.
Ella había trabajado durante todo el día y estaba bastante cansada. Además, Kenton la había llevado a la fuerza a ese club y aún no se había recuperado de la conmoción de todo el incidente.
Una vez que calmó su ira hacia Kenton, la preocupación la invadió. Aunque Nigel la ayudó, Kenton seguía en el hospital. Sin embargo, Sabrina no podía pagar los gastos médicos. La única forma de conseguir el dinero era a través de Sebastian y el contrato que mantenían.
Sebastian miró a Sabrina con extrema frialdad. Hoy estaba de muy mal humor.
Su madre llevaba tres días inconsciente y su fiebre no disminuía en absoluto. Había muchas posibilidades de que no despertará nunca más. Los pocos días que llevaba con fiebre alta ya habían arruinado básicamente todos sus órganos internos.
Al ver como su madre estaba muriendo lentamente frente a él, el corazón de Sebastian no solo se encontraba en un inmenso dolor, sino que también sentía un enorme arrepentimiento. Se arrepentía de haber dejado que sus abuelos llevarán a la familia Ford a visitar a su madre. Así, al menos, su madre no habría perdido la razón de vivir después de resolver sus últimos deseos, pues esto hizo que su cuerpo se debilitará repentinamente.
Sebastian llevaba tres noches sin dormir.
Y cuando su estado de ánimo estaba en su peor momento, vio cómo un hombre de entre cincuenta y sesenta años arrastraba a Sabrina a un coche tras salir de la sala de hospital de su madre. Él ya había empezado a cambiar su opinión sobre ella.
Todo por culpa de esos filtros de cigarrillo, el pequeño regalo le había llegado al corazón.
“¡Contesta!”. La voz de Sebastian seguía siendo tranquila pero dura.
Sabrina preguntó: “¿Qué quieres escuchar? Aunque diga la verdad, no me creerías, ¿no es así? Entonces, ¿por qué no digo lo que quieres escuchar? Nunca me ha importado tu madre, solo la he utilizado para acercarme a ti. Quería que mantuvieras al niño en mi vientre, pero no lo logré. Como no lo conseguí, me vi obligada a utilizar mi contrato. Así que, déjeme preguntarle, Señor Ford, ¿cuándo recibiré el dinero de nuestro contrato?”.
Ella lo miró sin cambiar su expresión. La expresión de él también era tranquila, lo suficiente como para hacerla sentir ansiosa.
Durante el tiempo que pasó con Sebastian, Sabrina por fin comprendió algo sobre él. Era de pocas palabras, y actuaba con decisión y sin piedad. Sin embargo, su expresión era siempre fría y nunca irradiaba una mirada feroz.
Ella ya había sido testigo de lo despiadado y salvaje que él podía ser.
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